GUNTHER PLÜSCHOW: DE CHINA A LA PATAGONIA Y EL CÓNDOR DE PLATA

 Nacido en Munich el 8 de febrero de 1886, Eduard Günther Hermann Karl Plüschow fue un sobresaliente oficial de la Kaiserliche Marine, aviador naval, explorador y documentalista gráfico aéreo y escritor. Con ascendientes en la familia Plüschow, que se remontan al príncipe heredero Friedrich Ludwig zu Mecklenburg (1778-1819), fue hijo del oficial imperial Eduard Plüschow (1855-1911) y de Hermine Wellensieck (1858-1910). 

Ingresó al Instituto de Cadetes de Plön (Schleswig-Holstein) en 1898 y el 6 de abril de 1904 lo hizo como guardiamarina en la Armada Imperial.

 

ETAPA ORIENTAL: KIAUTSCHOU, ÁREA ALEMANA EN CHINA

Entre 1898 y 1914 el primer y único protectorado (área de arrendamiento) alemán en el Lejano Oriente estuvo establecido en la bahía de Kiautschou / Jiaozhou (膠州灣), provincia de Shandong / Shantung (东省) en el noreste de China; siendo su centro administrativo (cabecera) la ciudad de Tsingtau /actual Qingdao ().

 

Durante su período de  formación como oficial naval, Plüschow estuvo destinado en Tsingtau con el crucero blindado SMS “Fürst Bismarck”.

El 28 de septiembre de 1907 fue ascendido a teniente de navío  y el 11 de diciembre de 1909 a primer teniente de navío.

En 1911 se le asignó el destino de comandante del  torpedero SMS “S 87”.

En 1913 fue enviado en comisión a Inglaterra y, posteriormente,  como oficial de la compañía del Departamento de Artillería de Marina de Kiautschou.

El 2 de enero de 1914, Plüschow inició el curso de formación de pilotos de la empresa fabricante de aviones Rumpler Werke, con sede en Berlín, haciendo las prácticas en el aeródromo de Johannisthal / Flugplatz Johannisthal (distrito Treptow, de Berlín. 

Ya como piloto naval, retornó a Tsingtau en el mes de junio, en un largo viaje en tren, atravesando Rusia y China; prestando allí servicios como jefe de la estación de aviación naval.


A mediados de julio de 1914, unas tres semanas antes del estallido de  la  Primera  Guerra  Mundial, llegaron por vía marítima a Kiautschou dos  aviones Etrich Taube (también conocidos como Rumpler Taube, por su fabricante Edmund Rumpler). Plüschow voló en el primero pocos días después.


Había un área lisa, el patio de armas de la guarnición en la zona de Iltis, próxima a la población de Tsingtau, de unos 600 mts. × 200 mts. disponible como pista; aunque con condiciones de viento difíciles por turbulencias, debido a las elevaciones rocosas cercanas.

La segunda máquina, que fuera piloteada por el teniente Friedrich Müllerskowsky, se estrelló en el primer vuelo y quedó completamente destruida, quedando el piloto gravemente herido.

La aeronave de Plüschow tuvo algunos percances, incluido un aterrizaje de emergencia por fallo de motor; resultando ileso y pudiendo repararse el avión, pese a las dificultades del lugar y el momento.

El 15 de agosto de 1914, Japón libró un ultimátum al Reich alemán, exigiendo el retiro de todos los buques de guerra alemanes de aguas chinas y japonesas y la entrega de Tsingtau a los japoneses, cambiando radicalmente la situación en el protectorado.

 

 

Comenzó el asedio de Tsingtau y Plüschow pasó a ser esencial, como observador aéreo, realizando importantes vuelos de reconocimiento e incluso atacando objetivos enemigos con bombas rudimentarias de construcción básica. También hizo fijar un globo cautivo, que no cumplió con las expectativas puestas en él; haciendo que sus vuelos se hicieran cada vez más importantes.

En el marco del espacio aéreo, Plüschow llegó a tener frente a su único monoplano ocho aviones japoneses. Entre  ellos, grandes hidroaviones biplanos, sin mayores problemas de despegue y aterrizaje, dada la gran cantidad de superficies de agua en el área.

Durante un vuelo de reconocimiento, Plüschow se llegó a encontrar con un avión japonés hostil, informando que pudo derribarlo con varias series de disparos (unos 30 tiros) de su pistola Parabellum (también conocida como Luger, por su creador,  el austríaco Georg Luger).

Con los japoneses ocupando parte del protectorado y a punto de tomar la sitiada Tsingtau, el gobernador de la plaza alemana, Capitán de Navío / Kapitän zur See Alfred Meyer-Waldeck decidió enviar su último informe a Shanghai, para su transmisión a Alemania a través de canales diplomáticos. Para ello, dio la orden del caso al teniente Gunther Plüschow, quien debía ejecutar la misión en un vuelo del único Rumpler Taube existente.

Plüschow despegó en la madrugada y comenzó el vuelo, con rumbo sur; pero tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en un campo arrocero, contiguo a la ciudad amurallada de Hai-Dschou, ya en territorio de la provincia de Kiangsu / Jiangsu. 

Si bien salió en condiciones físicas aceptables, tuvo que abandonar la máquina considerablemente averiada, incendiándola posteriormente, para evitar que cayera en manos enemigas. Las autoridades locales le dieron apoyo e incluso fue recibido por el Mandarín local.

 

KIAUTSCHOU, TERRITORIO ALEMÁN EN CHINA

La actual ciudad china de Tsingtau / Qingdao es poco conocida en occidente, salvo por los entusiastas de la arquitectura y los amantes de la cerveza. Pero a fines del siglo XIX allí estuvo el primer y único protectorado (área de arrendamiento) alemán en el Lejano Oriente; establecido en la bahía de Kiautschou / Jiaozhou ( 膠州灣 ), provincia de Shandong / Shantung (东省) en el noreste de China.

Sobre el tema, se puede leer  KIAUTSCHOU, TERRITORIO ALEMÁN EN CHINA” que se descarga en formato pdf cliqueando sobre la imagen de la portada:

 



SHANGHAI

En los meses siguientes, movilizándose de una y otra forma y adoptando distintas personalidades pudo llegar a Shanghai.

En ésta ciudad, donde tenía conocidos de confianza, pudo conseguir papeles con lo que se transformó en el señor McGarvin, representante de las máquinas de coser de Singer que iba a viajar desde Shanghai a la fábrica en California. ¡Qué podría ser más natural para el Sr. McGarvin que utilizar el próximo gran barco de vapor americano! A bordo de este barco sólo había dos magníficos camarotes de lujo. En uno viajaría un multimillonario americano; en el otro Plüschow (McGarvin, representante de Singer).

 

Se sabía que Plüschow estaba en Shanghai y hubo que realizar una maniobra de distracción para que su salida hacia EE. UU. pasara inadvertida. Así fue que tres días antes de que partiera el vapor, se despidió públicamente de todos con el argumento de que ya no se sentía seguro en Shanghai y que viajaría a Beijing parar trabajar en la embajada del Imperio Alemán.

Desapareció en la noche y estuvo oculto en una casa china durante tres días, dirigiéndose posteriormente al puerto donde abordó al vapor “Mongolia”, de la Pacific Mail Steamship Co., que había llegado a Shanghai procedente de Manila y Hong Kong.

 

Desde allí, tres días después llegó a Nagasaki, donde hubo una exhaustiva inspección de funcionarios de aduana, policía y un médico centrado en detectar enfermos contagiosos.

Plüschow se hizo pasar por enfermo a raíz de una intoxicación con pescado, quedándose en cama, pudiendo superar los controles sin problemas. En este puerto japonés, con mucha actividad militar, estaban eufóricos con motivo de la caída de Tsingtau. En los periódicos se publicaba que ni los ingleses, ni los franceses ni los rusos habían derrotado a Alemania pero ellos, los japoneses, lo habían hecho.

La nave atracó dos veces más en puertos territoriales de Japón: en Kobe y en Yokohama, en los que Plüschow siguió quedándose en cama. 

 

De Japón el “Mongolia” siguió hacia Honolulu y por último,  a San Francisco (California) donde arribó  el  30 de diciembre de 1914.

Atravesó los EE.UU. en tren de oeste a este. De San Francisco_CA, a Chicago; llegando desde allí, a Virginia, para encontrarse con un conocido y, por último a Nueva York.

 

SALIDA DE NUEVA YORK

Allí, asumió una nueva personalidad, la del supuesto cerrajero suizo Ernst Suse. Así, el 30 de enero de 1915, el suizo Ernst Suse abordó el vapor italiano neutral "Duca degli Abruzzi", entonces de la Navigazione Generale Italiana (NGI) y desapareció en el entrepuente.

 

A las dos horas, después de zarpar, pasaron por la Estatua de la Libertad, en Ellis Island. A cinco millas náuticas del puerto de New York había dos cruceros ingleses custodiando la entrada del puerto.

El viaje en vapor fue terrible.

Aunque como oficial naval y viejo torpedero estaba acostumbrado a navegar en condiciones duras, nunca había pasado por algo así.

El barco era pesado y tenía movimientos de balanceo y cabeceo tan locos que, como experto, estaba convencido de que volcaría si la marejada aumentaba.

¡Y los bichos! Algo que merece relatarse aparte.

La mañana del tercer día de viaje se paró en cubierta, mirando con nostalgia hacia la primera clase. Un señor se acercó y casi gritó su nombre. Lo conocía, Era un camarada, que también se fijó en él, reconociéndolo pese a lo mal entrazado que estaba; aunque se quedó en silencio, se dio la vuelta y se fue.

Por la noche, cuando ya estaba completamente oscuro, tuvo un momento oportuno para hablar con él.

Viajaba como un holandés distinguido (sin saber una palabra de holandés) y quería ir a Nápoles para volver desde allí a Alemania. Ambos sabían que intentarían todo para lograrlo; ambos sabían que lo intentaríamos todo para llegar a casa; ambos habían prometido a sus respectivos hombres de apoyo no decir nada a nadie.

Unos días después de salir de Nueva York, de repente Plüschow enfermó, con fiebre alta y tuvo que permanecer en su litera, sin saber que era, probablemente un ataque de malaria El médico italiano pareció estar de acuerdo y le dio una insuficiente dosis de quinina. Siguió enfermo y tuvo fiebre de casi 40 grados durante varios días. Días que fueron indescriptibles, con cuatro personas compartiendo un pequeño camarote.

Encima tenía un francés que sólo dejaba de charlar y comer cuando se mareaba. A su lado, un suizo, pálido y sereno (eso ya era sospechoso), tan mareado que pensó que nunca llegaría vivo a Europa. En la otra litera alta un inglés muy rabioso que, a pesar de las ventanillas cerradas, nunca dejaba apagar su pipa con el tradicional tabaco  Navy Cut, ni de día ni de noche; casi siempre borracho, gritando y maldiciendo a Alemania. 

 

Además ¡Los bichos! Nunca había pensado que algo así fuera posible.

Una plaga terrible; no aparecían de a uno, sino por docenas.

A pesar del terrible estado de debilidad en que se encontraba, intentó matarlos o ahuyentarlos. Pero muy pronto se dio cuenta de que era impotente contra ellos.

Se volvió indiferente a todo, pensando que el viaje sólo podría durar unos días más para llegar a la hermosa Italia y luego, luego de unos días estaría en su amada Patria.

Luchó contra la enfermedad con todas sus energías y el pensamiento en Alemania le ayudó a recuperarse lo suficiente como para poder levantarse nuevamente el 8 de febrero, cuando el vapor llegó a Gibraltar.

Conocía el Peñón, por haber pasado por allí  otras veces, atravesando el estrecho que vincula el Atlántico con el Mediterráneo en viajes desde y hacia Alemania.

Aunque no estaba prevista una escala en Gibraltar, el vapor entró en el puerto sin ninguna solicitud de inspección y ancló allí. ¡Los italianos se habían convertido en servidores de los ingleses!

 

GIBRALTAR

Tan pronto como el barco se detuvo, se acercaron dos lanchas de guerra, de las que salieron un oficial de la marina inglesa, algunos policías y varios marineros ingleses armados hasta los dientes. Tras una señal de campana, se dio una orden: “¡Todos los pasajeros extranjeros que no sean italianos ni ingleses vengan al puente de mando!”.

 

Todos fueron conducidos al puente. Allí Plüschow descubrió que eran cinco los suizos, tres de los cuales que siempre le habían parecido sospechosos debido a su carácter retraído y tranquilo. Después de aproximadamente una hora, luego de que los pasajeros de primera clase fueran examinados de forma bastante superficial, les llegó el turno.

El primero fue un pasajero de tercera clase,  trabajador italo-suizo al que le faltaba el brazo derecho; su esposa, una típica italiana, se arrojó llorando a los pies del inglés. El inglés los miró con desprecio. Después de un interrogatorio, el hombre fue liberado.

Siguió con el más alto de los suizos. El oficial inglés se le acercó y le dijo: "¡Usted es un oficial alemán!".

 

Por supuesto, hubo gran indignación y protestas por su parte. El inglés no reaccionó en absoluto y el desafortunado tuvo que hacerse a un lado. Los otros le parecíamos más reales. Señalamos nuestros pasaportes y cada uno contó una historia. Al rato dijo: "Está bien, pueden irse los cuatro, ¡Pero me llevaré uno!".

Entonces apareció el batidor (delator; ortiba o batilana, en el Río de la Plata).

Un sujeto joven, vestido de civil impecable, se acercó al oficial y le dijo con voz excitada: “Es imposible que los cuatro sean liberados tan fácilmente, estoy convencido de que los cuatro son alemanes. Es esencial que se examinen todas sus pertenencias".

Fuertes protestas, pero no pasó nada. Aunque reacio y lleno de desprecio por este sujeto, el oficial inglés lo siguió y la investigación comenzó en los camarotes. Todo fue dado vuelta. El batidor olfateó por todos lados y no pudo encontrar nada sospechoso. Nada.

De repente, el tipo se dio vuelta, abrió la chaqueta de Plüschow, le remangó los bolsillos del pecho y luego dijo triunfalmente al oficial que estaba a su lado: "Verá, aquí tampoco hay iniciales ni nombre, eso es una señal de que es alemán, porque destruyó todos los monogramas de antemano."

Pronto supieron que este civil era el representante de la empresa Cook Brothers en Gibraltar, proporcionando intérpretes y servicios de espionaje en los barcos de vapor. Hablaba un alemán tan puro que durante muchos años debió disfrutar de la hospitalidad en Alemania.

Los cinco “suizos” fueron apiñados en el puente como ganado. Entonces se acercó el segundo Judas Iscariote, traído por el representante de Cook. Este segundo era un pasajero suizo de primera clase y por orden del batidor debía ponerlos a prueba en alemán suizo. Todos fracasaron.

No sirvió de nada que explicara que no sabía hablar suizo alemán porque cuando tenía tres años había dejado Suiza con mis padres, mudándose a Italia, siendo llevado después a los Estados Unidos. Habló en buen italiano e inglés americano. El delator no aceptó la versión y el oficial inglés sólo dijo que ya habían pasado muchos suizos por Gibraltar, que no había tantos en todo el mundo.

Recogió rápidamente algunas pertenencias, pudo entregar sin que nadie se diera cuenta una nota a una señora alemana, que ella enviara fielmente a sus familiares y, con un fuerte empujón de un marinero, bajó por la pasarela abordando la lancha en la que ya estaban los otros cuatro. Llegó el oficial inglés con el batidor y  partieron.

 

El cómplice suizo de primera clase  se paró junto a la barandilla del vapor, mirando alegremente hacia abajo. Entonces, sin poder  contenerse más, Plüschow se levantó de un salto, sacudió el puño y le gritó un insulto. El sujeto respondió con una risa histérica.

Ya entrando a la zona portuaria, detrás de muros y alambres de púas, el oficial inglés le tranquilizó: "Tenga la seguridad", me dijo, "puede hablar hoy con su cónsul suizo en Gibraltar; si él confirma que su pasaporte es correcto, quedará libre en el mismo día."

Muy pronto descubriría de qué se trataba. 

La lancha de vapor arrimó a tierra y pronto atracó en la parte interior del puerto de guerra.

Diez soldados con fusiles estaban preparados en el muelle. Tomaron las pocas cosas que habían llevado consigo y los hicieron formar en doble fila. Los diez soldados les rodearon y a la voz de mando "Marcha rápida" la triste procesión se puso en marcha.

Conducidos como criminales, así los veían aquellos ante quienes pasaban. Los soldados les hicieron apresurar.

Se sentía débil, a punto de desplomarse porque todavía no había superado la fiebre y llevaba varios días enfermo. Ya no podía meter más quinina en el estómago. El sol golpeaba las paredes de roca y el estado anímico no era el mejor.

Subieron por calles cada vez más estrechas y caldeadas, pronto las casas desaparecieron debajo de ellos, entre rocas empinadas y desnudas a ambos lados. Después de una hora de marcha alcanzaron el punto más alto del Peñón de Gibraltar. 

 

Se oyeron voces de mando, se abrieron obstáculos de alambre y puertas de hierro, se volvieron a cerrar de golpe y se oyeron ruidos de cadenas y cerrojos.

Primero los llevaron a la comisaría y los interrogaron. Plüschow protestó exigiendo que le llevaran inmediatamente ante su cónsul, como le había asegurado expresamente el oficial inglés.

Una risa fue la respuesta. Ahí se dio cuenta que no habían sido los primeros en pasar por allí y hacer inútilmente la misma solicitud.

Luego comenzó el examen físico.

"¿Alguno de los prisioneros lleva dinero consigo?" preguntaron.

Nadie respondió, por supuesto. Tuvieron que desvestirse. Cada prenda de vestir fue examinada cuidadosamente en busca de dinero, gafas dobles, equipo fotográfico y, especialmente, documentos. Su turno fue el tercero y se le permitió quedar con la camiseta puesta.

"¿Tienes dinero?"

"¡No!"

El sargento palpó las ropas y de repente algo tintineó en el bolsillo izquierdo de su camisa.

"¿Qué es eso?"

"¡No sé!"

Metió la mano en el bolsillo y sacó una preciosa moneda de veinte dólares de oro americano y, además, un pequeño botón de nácar, que había tintineado al golpear contra la moneda. El soldado inglés estaba feliz; cosas como ésta parecían ocurrir con bastante frecuencia. La examinó más de cerca y también sacó una bonita pieza de oro al revisar el otro bolsillo de la camisa y ambos bolsillos del pantalón. También encontró su pequeña pistola Browning, que tan fielmente le había acompañado todos los meses pasados.

Tras saquearlo por completo, le permitieron vestirse nuevamente y unirse a los demás compañeros en el patio de la prisión.

 

Luego, se dirigieron al lugar que sería su alojamiento, siempre en las grutas excavadas en la roca (durante la segunda guerra mundial la red de grutas sería ampliada, extendiéndose por 52 kms.). Unos cincuenta prisioneros civiles alemanes los recibieron con un fuerte saludo. Llevaban encerrados allí desde el comienzo de la guerra y aparentemente habían recuperado por completo el sentido del humor. Estos nuevos compañeros les invitaron inmediatamente a cenar y devoraron el budín de pan preparado por los propios prisioneros.

 

Tras esto llegó el momento de trabajar. Primero tuvieron que transportar carbón y agua.

Los dividieron aproximadamente según la contextura física y, por casualidad, un suizo cuya persona no le agradara en el barco, por verlo sucio y grasiento, terminó junto a él. Resultó que él también era “cerrajero”, por lo que había elegido la misma profesión que Plüschow.

Después de un período de estar juntos todo el tiempo, cambiaron un poco de “profesión” y ya no eran cerrajeros, sino señores del castillo. Al hacerlo no perjudicaban a nadie y, sobre todo, el asunto tenía la ventaja de ser simple y se podía solucionar con un simple cambio de pronunciación (en alemán,  Cerrajero: Schlosser; Castillo: Schlosses).

De todas formas, ahí seguían cargando carbón y asegurándose de que cada pozo no se desbordara.

Después de haber llevado suficiente carbón y agua recibieron colchones de soldado, duros como una piedra y dos mantas de lana. Luego tuvieron paz y tranquilidad por la noche.

Lo primero fue lavarse. Su grasiento camarada ocupó el fregadero junto al suyo y tranquilamente se quitó la camisa. No esperaba que estuviera tan limpio y lo miro críticamente ¡El cuerpo impecablemente limpio! Pero cabeza, cuello y manos…

En medio del lavado, el asombro fue grande. El agua del lavado de su compañero estaba negra, ¿Pero él? Era una persona completamente diferente la que ahora estaba a su lado. El cabello antes negro y grasiento brillaba en el rubio más claro, el rostro estaba fresco y blanco y mostraba rasgos finos y las manos eran delgadas y bien formadas ¿Era posible?

El rostro era el de un joven alemán. Comenzaron las preguntas y los relatos. Su colega había sido un verdadero estudiante germano, había fundado una hermosa fábrica de automóviles en Estados Unidos y había dejado todo allí para ayudar a su patria como oficial de reserva. Rápidamente se hermanaron con lealtad.

 

TRASLADO A INGLATERRA

Pasaron varios días, hasta que una mañana, a las 4, todos fueron despertados. Los suboficiales ingleses recorrieron las habitaciones y se gritó la orden de que todos los prisioneros alemanes debían arreglar inmediatamente sus cosas para marchar en veinte minutos y salir rumbo a Inglaterra en un vapor que ya estaba allí.

¡Eso no era posible! Eran suizos y deberían ver a su cónsul. Todos sus intentos rebotaron en la actitud rígida e inquebrantable de los ingleses.

Reunió todo rápidamente y exactamente media hora después, cincuenta y seis prisioneros civiles, rodeados por cien soldados ingleses fuertemente armados, marcharon en la brillante mañana y bajaron por el Peñón de Gibraltar.

Abajo, en el puerto, se encontraba un enorme vapor de transporte, lleno hasta el tope de tropas inglesas.

Los encerraron en un salón de la nave.

Durante el viaje el barco se sacudió al pasar por el Golfo de Vizcaya, debido a las condiciones meteorológicas, afectando sobre todo a los marineros ingleses que, además, estaban preocupados por las operaciones de submarinos alemanes en el Atlántico, algo por lo que siempre preguntaban cuando llevaban la comida.

Al cabo de diez días arribaron a Plymouth, puerto seguro para los ingleses.

Desembarcaron a los prisioneros en una lancha, con fuerte custodia y medidas de seguridad. Luego, los llevaron en tren a Portsmouth, donde Plüschow estuvo alojado en una prisión local durante algunos días, con buen trato por parte de los ingleses, que ya sabían que era un oficial alemán y que había estado en Tsingtau.

El lunes siguiente fueron llevado al puerto y desde allí, en un pequeño vapor luego de una hora aproximadamente, fueron transbordados al “Andania”, de la Cunard Line, utilizado como prisión flotante,  capitaneado por un tal Maxstedt, un sujeto hostil y siempre amenazante. 

Estaban en 1915, habiendo transcurrido menos de un año del comienzo de las hostilidades; ni Maxstedt ni Plüschow imaginaban entonces que, antes de finalizar la guerra, el 27 de enero de 1918, en aguas del North Channel, entre Irlanda del Norte y Escocia, a unas dos millas al nornoreste del faro de la isla irlandesa de Rathlin, el "Andania" sería torpedeado y hundido por el submarino U-46 de la Kaiserliche Marine, que comandaba el Kapitänleutnant Leo Hillebrand.

Después de algunos incidentes, Plüschow fue llevado nuevamente a tierra y luego, en tren, hacia el oeste, hasta Dorchester e ingresado en un campamento de prisioneros donde un capitán de apellido Mitchell le preguntó cortésmente sobre su calidad de oficial. El trato era bueno, aunque no era una prisión de oficiales. Una tarde llegó la orden de trasladarlos a la mañana siguiente al campo de oficiales en Donington Hall; aunque entre los prisioneros nadie quería irse.

Finalmente, su grupo llegó a la estación de Donington Castle, al sudeste de Derby.

Donington Hall es un gran castillo antiguo que data del siglo XVII. Estaba rodeado de alambradas electrificadas con alto voltaje y potentes sistemas de iluminación con reflectores, con divisiones de áreas diurna y nocturna para los prisioneros.

 

LA FUGA

En Donington Plüschow acordó y comenzó a preparar la fuga con otro oficial alemán, el Oberleutnant Oscar Trefftz.

El 4 de julio de 1915 era la fecha fijada. Para entonces todo estaba ensayado y elaborado; todos los preparativos estaban hechos.

Al comenzar ese día, Trefftz y Plüschow reportaron que estaban enfermos.

En la revista de prisioneros de las 10 de la mañana, al ser llamados por sus nombres sus compañeros informaron que estaban "enfermos". Tras la revista el sargento de turno entró las habitaciones y los encontró enfermos en sus camas.

Todo estaba en orden.

Se acercaba la tarde y el momento decisivo.

Alrededor de las cuatro Plüschow se vistió, tomó todo lo que pensara que necesitaría para escapar, comió unos sándwiches y se despidió de sus compañeros de cuarto, especialmente de su fiel amigo Siebel, a quien lamentablemente no podía llevar con él porque no era marinero y no hablaba inglés.

Afuera se desataba una violenta tormenta y la lluvia caía a cántaros. Los centinelas estaban en sus garitas, mojados y helados, por lo que nadie se dio cuenta de que, a pesar de la lluvia, dos prisioneros y un tercero de apoyo todavía tenían ganas de salir a caminar por el parque. En el parque había una gruta rodeada de arbustos, desde donde se podía contemplar todo el terreno y el alambrado de púas, pero no verse a uno mismo.

Ahí se escondieron Trefftz y Plüschow.

Un rápido adiós a S., que los cubrió con sillas de jardín y quedaron solos.

Esperaron con suspenso, sin aliento. Los minutos se convirtieron en eternidades, pero lenta y seguramente, pasó el tiempo. Cuando el reloj de la torre dio las seis, los corazones latían aceleradamente. Oyeron sonar la campana de reunión, escucharon la orden "¡Permanezcan quietos!" y luego se cerró la barrera de alambre en el límite diurno con un fuerte ruido. Fue un cuarto de hora de ansiedad.

No se atrevían a hacer nada. Esperaban que los llamaran por sus nombres en cualquier momento. Llegaron las seis y media y no pasó nada. La pesadilla abandonó sus corazones. Gracias a Dios el primer acto fue un éxito.

Después de que sus nombres fueran reportados nuevamente como "enfermos" durante la reunión y a los oficiales prisioneros se les permitiera alejarse, un camarada de Plüschow y otro de Trefftz corrieron por la parte trasera del edificio y se acostaron en sus camas. Cuando llegó el sargento, vio que los dos enfermos estaban allí; todo estaba en orden. Así que el sector nocturno se cerró, como ocurría normalmente cada noche e incluso se retiraron los guardias del sector diurno, dejándolos librados a su suerte.

La lluvia extraordinaria fue útil porque,  en días normales, los soldados ingleses retozaban por las tardes en el parque y hubiera sido muy fácil que los descubrieran.

En silencio pasaron unas horas más, haciendo nada más que gestos para expresar la alegría de que todo hubiera salido tan bien hasta entonces.

A las diez y media de la noche la tensión llegó al máximo. Había que pasar la segunda gran prueba. Escucharon claramente la señal de ir a dormir; fue para ellos la señal de que todo estaba en orden.

El oficial de guardia y un sargento recorrieron todas las habitaciones y se aseguraron de que no faltara nadie. Durante semanas de observación había notado que los oficiales de guardia siempre elegían la misma ruta para hacer la ronda. Ese día hicieron lo mismo. Comenzaron en la sala donde faltaba Trefftz, pero ya había alguien en su cama.

Continuó la ronda. Apenas había doblado la esquina cuando otro camarada corrió en dirección opuesta y entró en la habitación de Plüschow. Así, allí  también estaban todos “presentes”.


Difícilmente se puede imaginar la emoción y la anticipación que sintieron durante esas horas. Vivían todo en la mente y como permanecieron en silencio durante un tiempo demasiado largo, temiendo que todo se hubiera perdido. Siguieron allí con las manos heladas, apenas respirando y con el oído tenso al límite.

Finalmente, pasada la medianoche, luego del cambio de guardia, comenzaron a traspasar las líneas de alambradas de púas y sector electrificados, cruzándolas con dificultad e incluso alguna lesión; llegando finalmente al camino rural que conducía a Donington.

Caminaron hasta sobrepasar el pueblo encontrándose con una encrucijada de caminos, pudiendo ver en uno de ellos una señal de hierro que decía “Derby”.

En Derby se higienizaron  afeitaron como pudieron y pusieron su ropa y calzado lo más prolijos posible. Encontraron la estación de tren y allí se separaron. Plüschow compró un billete de tercera clase a Leicester, donde descendió, adquiriendo otro para Londres, donde llegó finalmente pasado el mediodía.

Se supo después que Trefftz -quien lograra llegar a Londres por las suyas- había sido recapturado en los Millwall Docks de la Isle of Dogs, en el río Tamesis.

En Londres, Plüschow –de quien circulaban carteles de búsqueda del Scotland Yard-, logró esconderse en la zona de los muelles, durante varios días hasta que, por último, pudo abordar –con ocultamiento- un barco , el "Mecklenburg" de la Stoomvaart Maatschappij Zeeland, que zarpó rumbo al puerto  de Vlissingen/Flesinga (en los Países Bajos, neutrales), viajando como polizón.

 

En agosto de 1915 llegó a Alemania, por ferrocarril; siendo arrestado a poco de cruzar la frontera en Goch (Renania del Norte-Westfalia), por un sargento que lo consideró sospechoso, tomándolo por espía. Fue trasladado a Wesel, donde fue reconocido por un oficial y liberado inmediatamente.

Plüschow es considerado como el único prisionero de guerra alemán que logró escapar de Gran Bretaña.

 

OTROS SERVICIOS HASTA EL FIN DE LA GUERRA. LA POSGUERRA 

En octubre de 1915 fue ascendido al grado de Kapitänleutnant /teniente de Navío y designado comandante de la Marinebasis (Base Naval) de Libau (en la entonces ocupada Letonia). Allí, en junio de 1916 contrajo matrimonio con Elsa 'Isot' Kempfe (1889-1979); tuvieron un hijo, Gunter Guntlof Plüschow, nacido en 1918; quién a los 79 años, viajara a la Patagonia, tratando de seguir las huellas de su padre en estas tierras; falleciendo en el año 2017.

 

 

Tras su retorno a Alemania, en plena guerra mundial, Günther Plüschow volvió al servicio naval, estando en activo hasta el fin de las hostilidades.

En 1916 la editorial Ullstein, de Berlín publicó su libro “Die Abenteuer des Fliegers von Tsingtau” / “Las aventuras del aviador de  Tsingtau”.

 

Terminando el año 1919,  se retiró de la Armada como Kapitänleutnant.

Con aviones oxidándose en los hangares alemanes, Plüschow comentó a su editor y a algunos amigos que se podría establecer una vía aeropostal entre Weimar (Turingia) y Berlín, unos 240 kms. La Deutsche Luft-Reederei (DLR) recibió la autorización para el tráfico aéreo civil el 8 de enero de 1919 y el 6 de febrero de 1919 inició el servicio de correo aéreo entre Berlín y Weimar. Plüschow inauguró la ruta Berlín (Aeropuerto/Flugplatz Johannisthal-Weimar volando para la Deutscher Luft-Lloyd.

Continuando la expansión, el 1 de marzo de 1919 comenzó el tráfico de pasajeros de Berlín a Hamburgo y de Berlín a Warnemünde. Luego llegó la ruta Berlín-Gelsenkirchen, el 15 de abril de 1919, de esta precursora de la Deutsche Lufthansa AG.

El Imperio Alemán dejó de existir. En Weimar, ciudad del actual estado federado de Turingia, se sancionó el 31 de julio de 1919 la Constitución de la que surgiera la llamada República de Weimar. El Tratado de Versalles, con las obligaciones económicas impuestas a Alemania derrotada, la habían sumido en la miseria, jaqueada bajo el peso de una monstruosa inflación fogoneada por la insaciable presión financiera usuraria transnacional. En el período inmediato al nacimiento de la República, sobre las penurias del pueblo se cumplieron los términos que fueran impuestos en Versalles y se pagaron los montos correspondientes al período de todas las obligaciones pecuniarias (algo que incluso sorprendió a los “acreedores”, porque el endeudamiento que se impone no tiene como objetivo que se pague, sino todo lo contrario: que la imposibilidad de pago se convierta en el instrumento que permita enseñorearse absolutamente con el deudor y lo suyo).

Los principales acreedores fueron Francia, Gran Bretaña y los EE. UU. Hasta  1921, con sacrificios del pueblo alemán, cobraron  lo exigido en término.

Así se llegó a  1921 y la situación general se volvió insostenible, con  la hiperinflación generada y la devaluación del marco, que terminó de destruir la ya frágil economía de la República de Weimar. 

Véase "ALEMANIA EN TIEMPOS ENTRE GUERRAS”

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Plüschow trabajó en lo que pudo. Como proyeccionista de cine, con entusiasmo inicial por el promisorio futuro que veía en la entonces nueva forma de expresión artística; pero lo que ganaba en esta actividad era insuficiente.

 

Trabajó entonces como vendedor de automóviles, también como mecánico y llegó a participar en algunas carreras de coches; tampoco duró mucho en este sector.

Su esposa percibía que no estaba en lo suyo y le sugirió que volviera al mar. Tramitó y obtuvo la patente como capitán naval y comenzó a hacer viajes de turismo por el Mediterráneo.

Desde Grecia, envió una carta a su esposa Isot, contándole sobre su encuentro con un viejo amigo de Hamburgo, el capitán Laeitz y su ofrecimiento para trabajar como camarógrafo documentalista en el velero “Parma”, que partiría hacia Sudamérica.  Escribió entonces:

“Me he encontrado con mi viejo camarada Laeitz quien conducirá un crucero hacia América del Sur. Me ha solicitado y he aceptado ser el cronista de ese viaje y filmar el mismo. Compra una cámara de fotos y una filmadora con su manual…”.  

El “Parma” fue una nave importante en su época.  Se consideraba como el velero más rápido de ese tiempo; realizando frecuentes viajes entre Alemania e Iquique_RCH para cargar nitrato. Durante la Primera Guerra Mundial permaneció durante cuatro años en ese puerto chileno, ante la posibilidad de ser interceptado y confiscado por los ingleses en alta mar, si dejaba el puerto.

 

LA PRIMERA EXPERIENCIA EN AMÉRICA DEL SUR. LA PATAGONIA

El 15 de septiembre de 1925, Plüschow partió de Hamburgo en su primera expedición a Sudamérica a bordo del “Parma”, en un viaje que lo llevó a Chile, Perú y Ecuador y que describiera detalladamente en el libro “Segelfahrt ins Wunderland” / “En velero hacia el País de las Maravillas”, publicado en 1926.

 

Volvió a Alemania, decidido a retornar a la Patagonia para explorarla. Durante un año su objetivo fue reunir recursos para hacerlo. Escribió numerosas cartas, dirigidas a empresarios y amigos de toda Alemania:

“…Quiero ir hacia Tierra del Fuego y explorar sus costas en un velero y su territorio desde el aire en un avión, escribir un libro y filmar una película para que todo el mundo pueda conocer la extraordinaria belleza de la región…”.

 

 

 

REGRESO A LA PATAGONIA

En octubre de 1927, junto con el timonel Paul Christiansen, el cineasta Kurt Neubert, el ingeniero de aviación y mecánico Ernst Dreblow y el marinero Josef Schmitt Lehner partió del puerto de Büsum (Schleswig-Holstein, en el Mar de Frisia)  en una pequeña goleta de 16 metros de eslora y 5 de manga allí construida, bautizada con el nombre de “Feuerland” (“Tierra del Fuego”) equipada con un motor Diesel Deutz. 

 

Por vía marítima, con destino a Punta Arenas (Chile), desarmado y encajonado, fue despachado contemporáneamente en el SS “Poseidon”, carguero de la Koninklijke Nederlandsche Stoomboot Maatschappij (KNSM), un hidroavión Heinkel HD 24 W, fabricado en Warnemünde.


En noviembre de 1928, luego de más de un año de viaje, después de haber explorado y filmado las costumbres de los aborígenes de la Amazonia y las industrias y actividades del norte y el sur del Brasil, llegó al estrecho de Magallanes, atravesándolo la “Feuerland” para ingresar a Chile. 

 


En diciembre de 1928, en el astillero de Braun y Menéndez, de Punta Arenas_RCH, junto con el ingeniero Ernst Dreblow,  ensamblaron el hidroavión Heinkel HD 24 W, revestido en tela. Lo bautizaron e identificaron con la inscripción “TSINGTAU” D-1313. Aunque poco después comenzaría a imponerse la denominación sucedánea de “Silberkondor” (Cóndor de Plata), con la que la aeronave cobraría fama histórica.


Infatigable explorador, fotógrafo y documentalista, fue pionero de la aviación en la Región Magallánica, Tierra del Fuego y el extremo sur de la Patagonia continental, habiendo sido el primero en sobrevolar la Cordillera Darwin, el Cabo de Hornos y las Torres del Paine, entre otros puntos del extremo sur del continente americano, en Chile y Argentina.

 

El 3 de diciembre de 1928 asombró a los habitantes de Ushuaia, comandando el primer avión que acuatizara en su bahía. Plüschow llevó la primera saca de correo por vía aérea, con saludos del gobernador de Magallanes (Chile) al gobernador de Ushuaia; también una encomienda postal para uno de los reclusos de la famosa prisión de Ushuaia. Filmó todo el viaje, con las primeras imágenes aéreas de Punta Arenas, Ushuaia y la cordillera Darwin. Para ambas poblaciones este vuelo de Plüschow marcó el primer paso para romper el aislamiento que impedía el desarrollo en la zona.

 

En abril de 1929 la editorial Ullstein, de Berlín, que ya en 1916 publicara su libro “Die Abenteuer des Fliegers von Tsingtau” le escribió para que regresara. Ullstein era por entonces, la firma alemana más prestigiosa dedicada al negocio cinematográfico y era la mayor auspiciante del viaje de Plüschow, quien recibió desde Alemania la noticia de la decisión de que no continuara con el viaje alrededor del mundo, debido a la aparición de las películas con sonido, cuando las que él estaba realizando eran mudas.  Resolvió entonces vender el barco, pidiéndole a Josef Schmitt que permaneciera a bordo por un tiempo, hasta que se hiciera la venta.

Plüschow ordenó sus cosas en la Patagonia, dejó el hidroavión en resguardo en el frigorífico de Puerto Bories (cercano a Puerto Natales_RCH) y vendió la goleta “Feuerland” a John Hamilton, un fuerte estanciero escocés llegado a las Malvinas en 1880, con tierras en tres islas: Weddell, Beaver y Saunders y un campo de gran extensión en Darwin; además de otros en Magallanes (Chile) y en el territorio argentino de Santa Cruz.  Las tres estancias de las Malvinas eran administradas por un noruego, Mr. Steene. 

El timonel Paul Christiansen y Josef Schmitt fueron quienes llevaran la goleta a las Malvinas.

La goleta “Feuerland” fue renombrada “Penelope” y llegó a prestar   servicios para la Falklands Island Company.

Inicialmente Hamilton dedicó la goleta al fletamento de carga entre las Malvinas y la Patagonia continental y operaciones entre las islas donde tenía campos; en el principio, la nave estuvo a cargo de Paul Christiansen y después de Josef Schmitt,  quien permaneció por mayor tiempo en el archiélago trabajando al servicio de Hamilton.
Christiansen pasó posteriormente al servicio de otro armador de las islas, propietario de la goleta "Morven", que también realizaba viajes de fletamento entre las Malvinas y Magallanes_RCH durante parte de la década 1930/39.

La goleta fue encontrada en las Islas por personal militar argentino en 1982, poniéndosela bajo el mando del teniente de navío Horacio González Llanos, siendo utilizada en tareas militares como exploración, apoyo logístico y transporte. El 26 de mayo de 1982 resultó con averías en el mástil durante un ataque británico. Reparada, continuó en servicio hasta mayo de 2006 cuando fue adquirida y trasladada a la Argentina, para ser posteriormente embarcada rumbo a Alemania a fin de ser restaurada. 

 

ÚLTIMO VIAJE

Poco después, en julio de 1929 Plüschow retornó a Alemania. 

 

Publicó su libro “Silberkondor über Feuerland”/ “El cóndor plateado sobre Tierra del Fuego”, junto con un film documental del mismo nombre,  primer largometraje documental en el festival de Cine Kurfürstendamm, de Berlín.

Hacia mediados de 1930 retornó a la Argentina, inmersa en la inestabilidad política y económica de los tiempos previos a la Revolución del ’30. Ello sumado a que la película era muda, hizo que no pudiera conseguir una sala del circuito comercial para exhibirla; la presentó, entonces,  en el anfiteatro de la Facultad de Medicina, actual anfiteatro de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, en la Manzana de las Luces. También la exhibió en el espléndido edificio del Club Alemán de Buenos Aires, obra de los arquitectos Hans Schmmitt y Carlos Nordmann, en avenida Córdoba 731, que quedara en manos del Estado argentino  tras la declaración de guerra a Alemania del 27 de marzo de 1945, donde hoy se encuentra la sede del Círculo Aeronáutico.

Las autoridades argentinas lo autorizaron a realizar nuevos vuelos.

 


Para la primavera meridional de 1930 viajó a Santiago de Chile, donde también exhibió su película. Desde la presidencia de Chile, entonces a cargo de Carlos Ibáñez del Campo, se le facilitaron los trámites para las autorizaciones de vuelo.

 


Retornó a Puerto Natales, encontrando el hidroavión dejado en el frigorífico Bories en malas condiciones, con importantes daños visibles. Las ratas, atraídas por la cola de pescado utilizada para elaborar el adhesivo para el entelado, habían destruido el ala izquierda. Lo repararon, trabajando arduamente, junto con Dreblow.

 


Reanudaron los vuelos, estableciendo su base de operaciones en el Lago Sarmiento de Gamboa, en el lugar que bautizaron como “Ensenada Tsingtau”. En esos días se enteraron que las autoridades chilenas tenían intención de verificar si el avión se ajustaba a las condiciones de seguridad requeridas las normas de su país. Plüschow los eludió, trasladándose a territorio argentino, abriendo su nueva base al otro lado de la frontera.

Realizó muchos vuelos de alto riesgo, haciendo diariamente reparaciones en el avión. Filmó cientos de metros de película sobre la región de los Hielos Continentales, el lago Argentino, el Perito Moreno y el lago Viedma. 

 

 

La Fuerza Aérea Argentina (FAA) lo reconoce como uno de los precursores de la Aeronáutica.

 

 

ACCIDENTE FATAL

Tras un descenso accidentado, forzado por una intensa tormenta el 25 de enero de 1931, tres días después, tras emparchar un flotador del hidroavión que resultara averiado, el 28 de enero hacia el mediodía al intentar salir del lugar,  Plüschow  y su acompañante, el ingeniero Ernst Dreblow, perdieron la vida en un accidente aéreo en la zona del Brazo Rico, próximo a uno de los campos de hielos continentales de la Argentina, el Glaciar Perito Moreno,  parte del lago Argentino, a unos 80 kms. al sudoeste de El Calafate (Santa Cruz), cuando la aeronave se precipitara a tierra, impactando en el brazo de agua, donde quedara semi sumergido.

Los cuerpos fueron encontrados y trasladados a Río Gallegos, donde quedaron a la espera de la partida del vapor “Asturiano”, transporte y buque correo que conectaba los puertos patagónicos con Buenos Aires. En el llegaron a la capital argentina, siendo cremados en el Cementerio de la Chacarita.

 

Las urnas con los restos mortales de Plüschow y Dreblow, fueron finalmente llevadas a Alemania en un barco de la Hamburg-Amerika Linie (Hamburg Amerikanische Packetfahrt Actien Gesellschaft), siendo depositadas en el cementerio de Berlín-Lichterfelde.

 

 

MONUMENTOS Y HOMENAJES

El 2 de septiembre de 1933 se constituyó en Buenos Aires el Deutsch-Argentinisches Pfadfinderkorps (Cuerpo de exploradores germano-argentino), integrado por niños y adolescentes de entre 8 y 18 años de edad. La agrupación contaba con un ala femenina, la Bund Deutsch-Argentinischer Mädel (Liga de Muchachas germano-argentinas); incorporándose a la Asociación de Boy Scouts Argentinos. En 1940 el Deutsch-Argentinisches Pfadfinder Korps se transformó en la agrupación Burmeister de los Boy Scouts; creándose varias compañías que recibieron los nombres de destacadas personalidades alemanas relacionadas con la Argentina, entre ellas: Utz Schmidl, Federico Rauch y Gunther Plüschow.

Recuerda el trágico hecho en el que perdiera la vida Gunther Plüschow el monumento que en su memoria se erige a orillas del Lago Argentino, al pie de un sendero que nace en la Ruta Provincial 11 y baja hacia el lago; aproximadamente a la altura del pórtico de troncos que marca el ingreso al Parque Nacional Los Glaciares, antes de las instalaciones de control de acceso de Guardaparques; a unos 8 kilómetros del lugar donde se produjera el trágico acontecimiento  y a unos 50 kms. al oeste de El Calafate por la Ruta Provincial 11 ( de acceso al Parque Nacional).

El "Spielschar Burg Waldeck" fue un grupo de diez jóvenes integrantes de un grupo de canto y teatro formado en Alemania de la posguerra. En 1961 y 1961 viajaron por América del Sur. En Buenos Aires conocieron a Lothar Herold, hombre de la cultura, llegado a la Argentina en mayo de 1938 quien, además de su vinculación con la docencia era un conocido escalador y piragüista; buen conocedor de la zona andina sur y del lugar donde Günther Plüschow y Ernst Dreblow tuvieran el fatal accidente del 28 de enero de 1931, en el Brazo Rico del Lago Argentino.

A principios del año 1957 se había creado en Buenos Aires la "Primera Comisión Plüschow". La integraron Juan Carlos Brohme, Walter Dreesen, Olaf Gall, Alberto Hellmich, Lothar Herold, Ernesto Lenzner, Dieter Menge, Karl Schade, Gerardo Strohschneider y Helmuth Brembach.

En noviembre de 1957, el gobierno de la entonces recientemente creada  provincia de Santa Cruz (1955) otorgó a la comisión la autorización para la construcción de un monumento a orillas del Lago Argentino, en la zona del Brazo Rico.

 

La escultora y profesora superior de Escultura Adelina Juana Nagrassus, cuya casa familiar estaba en Carlos F. Melo entre Monasterio y Gaspar Campos, de Vicente López,  vinculada al "Singkreis/Agrupación Coral Vicente López",  creó la placa de bronce y colaboró en el diseño del monumento.
 

Hacia 1960 la placa fue trasladada por Karl Schade -quien fuera profesor de idioma alemán en el colegio Fridericus-Schule (actual Escuela primaria n° 8 y Jardín de Infantes n° 901, públicos), situado en las Avdas. Maipú y San Martín, en la localidad bonaerense de Vicente López- a la estancia Punta del Lago, de Carlos Brohme (en el sector norte del Lago Viedma, próxima a la actual intersección de la Ruta Nacional 40 y la provincial 23, acceso a El Chaltén-Santa Cruz), donde permaneció un par de años.

En su viaje sudamericano los integrantes del "Spielschar Burg Waldeck" –vinculados a los jóvenes de Vicente López- hicieron un alto en la provincia de Santa Cruz, antes de seguir camino a Tierra del Fuego. A orillas del Lago Argentino, a la altura del Brazo Rico, levantaron el monumento, comenzando  las obras el martes 3 de abril de 1962, realizando el acto de inauguración tres días después, el viernes 6.

 


Integraron entonces el "Spielschar Burg Waldeck": Manfred Baums; Rainer von Buechau; Jörg Heinrichs; Rolf Husted; Ingo Ingendahl; Helmut Krause; Lothar Lechleiter; el líder Jupp Müller; Peter Palm y Armin Plorin.Posteriormente el monumento fue ampliado, construyéndose por detrás un muro de piedra de mayor anchura y altura; varias plaquetas fueron agregadas al memorial y a un lado, ante el nuevo muro, se emplazó una estatua de tamaño natural que representa al célebre aviador.

 

El 4 de marzo de 2020 fue descubierto otro monumento en homenaje a Gunther Plüschow. Está situado en la plazoleta que lleva el nombre del célebre aviador, situada en la avenida Maipú y calle Onas de la ciudad fueguina de Ushuaia, frente a la bahía.  Promovida por la Fundación Alemana de Tierra del Fuego, la escultura fue tallada en un bloque de mármol travertino de diez toneladas por el artista plástico Juan Bejarano (nac. 3 ene 1967 en Moreno, PBA.; fall. en la ciudad de Córdoba, 1 dic 2022).

 

EL CÓNDOR DE PLATA SOBRE TIERRA DEL FUEGO / SILBERKONDOR ÜBER FEUERLAND

El documental de Gunter Plüschow se realizó con material reunido entre 1927 y 1929; desde la botadura de la goleta “Feuerland” en el astillero de Büsum (Schleswig-Holstein, Alemania); el cruce del Atlántico, iniciando la navegación en el Mar del Norte; Brasil; Argentina; la Patagonia; Tierra del Fuego y el extremo sur. El hidroavión biplano Heinkel, tipo HD 24 W, D-1313 TSIUNGTAU y los vuelos con Ernst Dreblow sobre la Tierra del Fuego, los Andes fueguinos, el Cabo de Hornos, el fiordo Agostini, Torres del Paine, la Cordillera Darwin y otros puntos del extremo sur del continente americano.

Ficha del film:

Dirección: Gunther Plüschow y Dr. Georg Victor Mendel (en Alemania)

Cámara: Gunter Plüschow; Kurt Neubert y Ernst Dreblow

Producción: Gunter Plüschow (Berlín)

Formato: 35 mm, 1:1,33 (2498 mts. de película); blanco  negro, sin sonido.

Desarrollo: En seis actos

Calificación: Censura (DE), 28 de octubre de 1929, B.24002, apto para jóvenes (netamente instructivo).

 Silberkondor über Feuerland” se estrenó el 8 de noviembre de 1929 en la sala del Ufa-Theater Kurfürstendamm, de Berlín; acto en el que Gunter Plüschow ofreció una conferencia.

 Puede verse cliqueando sobre la siguiente imagen:

 

Gruß an Kiel

"Gruß an Kiel" (“Saludos a Kiel”) es una marcha clásica compuesta en 1864 por Friedrich Spohr (1830-1896); paso a ser considerada como marcha de la Armada Imperial, al tiempo en que se adoptara la Holländischer Ehrenmarsch como marcha de presentación, contemporáneamente con la expansión de la Armada desde los últimos años del siglo XIX. Se utilizó para saludar a las naves que entraban y salían al y desde el puerto de Kiel.

Se puede escuchar en la grabación realizada para el sello Telefunken por el Cuerpo de Música I del Regimiento de Infantería “Gran Alemania”, dirigido por el Maestro de Música del Estado Mayor Friedrich Ahlers.

 

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 ©Enrique F. Widmann-Miguel / IberInfo-Buenos Aires






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