CERVEZA E HISTORIA

ORIGEN DE LA CERVEZA

La cerveza es una bebida con antiquísimo origen, surgida en la Mesopotamia del Oriente Medio, hace más de siete mil años. 

La referencia más antigua es una tablilla en la que se ven varias personas tomando cerveza de un mismo recipiente.

La heredaron los babilonios, que dejaron en otra tablilla las referencias para el cultivo de la tierra y la elaboración, explican do la fórmula, desde el descubrimiento accidental, al mezclarse agua con cereales. La deidad cervecera era la Diosa Ninkasi.

 

La cerveza existe desde hace miles de años. La elaboración de cerveza más antigua data de los tiempos de la cultura natufiense, hace unos 13.000 años, en la cueva Rakefet, descubierta por arqueólogos de la Universidad de Haifa, situada sobre el Monte Carmelo, cerca de la ciudad costera de Haifa (Israel). Aunque la fórmula de cerveza tradicional más antigua tiene unos 5000 años y proviene de China; existiendo evidencia temprana de cerveza en la antigua región mesopotámica.

Pasó a Egipto, se extendió a Rusia, China y Japón (empleándose distintos granos de cereales, según las disponibilidades de cada lugar).

Hasta la Edad Media, la cerveza se elaboraba con diversos ingredientes, principalmente con levadura de fermentación superior. Fue entre los siglos XIII y XVI cuando las cervezas de hierbas fueron desplazadas cada vez más por la cerveza de lúpulo en Europa Central.

La cerveza de cebada actual es originaria de Europa. Desde Armenia, Georgia y el sur de Rusia pasó a Bohemia, Alemania, Bélgica y las Islas Británicas, convirtiéndose en la que actualmente se conoce.

En épocas de malas cosechas y hambre, era un importante complemento a la comida, a menudo escasa, debido a su contenido nutritivo, ya que el grano de calidad inferior no tenía que desaprovecharse, sino que se utilizaba parcialmente elaborando cerveza. En el siglo XVII, los monjes adoptaron la cerveza en ayunas, porque la ingesta líquida no rompe el ayuno.

Cabe tener en cuenta que no hay referencias antiguas sobre el uso de la levadura, que recién llegaría a descubrir Luis Pasteur en el proceso de fermentación de la cerveza, en el año 1880. Hasta entonces, los cerveceros tomaban sedimento de una fermentación previa y lo agregaban a una nueva. Si no era suficiente, destinaban varias vasijas al proceso de obtención del fermento y así aparecía, por si misma, la levadura.

Anton Dreher, en Schwechat y Adolf Ignaz Mautner, en Viena, elaboraron la variedad lager de baja fermentación en 1841; comenzando la era de las cervezas de fermentación baja. 

 


El método de elaboración de cerveza Pilsner marcó un hito importante en la historia de la elaboración de cerveza de fermentación baja, surgida de la modalidad de elaboración bávara, ya famosa entonces, basada sobre todo en malta ligeramente seca y en fermentación lenta a través del almacenamiento en cuevas frías y bodegas profundas. 

Josef Groll elaboró la primera cerveza Pilsner el 5 de octubre de 1842 y se ofreció al público por primera vez el 11 de noviembre de 1842, comenzando así su andadura a nivel universal.

En el área germana se dictaron normas para la elaboración de cerveza, ya desde el siglo XV. Como la norma reguladora del 30 de noviembre de 1487 del duque Albrecht IV, dictada para la elaboración y comercialización de la cerveza, que inicialmente fue para Munich y a posteriori se extendió a la Alta Baviera. 

 


O la más conocida “Ley de Pureza” (Reinheitsgebot), que establecía de modo taxativo que la cerveza debía elaborarse a partir de tres ingredientes: agua (de preferencia de manantial), cebada malteada y lúpulo, norma madre dada el 23 de abril de 1516, en Ingolstadt (Alta Baviera), a orillas del Danubio, a unos 70 kilómetros de Munich, por Guillermo IV, duque de Baviera, cuyas reglas se siguen hasta hoy, permitiendo identificar a las cervezas tradicionales de alta calidad (como la china de Tsingtao (Qingdao), que hasta hoy se elabora en el establecimiento que se construyera e iniciara su andadura en tiempos del protectorado alemán en la Bahía de Kiautschou, actual provincia china de Shangdong, a principios del siglo XX.


 

EL SÍMBOLO DE LA EDAD MEDIA

En la Edad Media, en los tiempos del Sacro Imperio Romano Germánico (Heiliges Römisches Reich) se acostumbraba a identificar a los gremios de artesanos con símbolos. 

 

En el caso de los artesanos cerveceros, el símbolo que los representaba era la estrella de David (también conocida como el Sello de Salomón) ya que en cada una de las seis puntas encontrábamos los elementos necesarios para la correcta elaboración de la cerveza: el malteado, la cocción, la fermentación, el aire, el agua y el fuego para conseguir la transformación del grano en cerveza.

Sintetizando, simbolizaba la alquimia necesaria para la creación de la cerveza.

El reconocimiento del símbolo fue de tal magnitud que los viajeros que recorrían los caminos europeos sabían que en las posadas donde estuviera el símbolo de la estrella encontrarían buena cerveza.

Creo que no muy errado afirmar que la estrella de David fue el primer distintivo de calidad aplicado al sector hostelero.

El símbolo del gremio de cerveceros ha llegado a nuestros tiempos, aunque el paso de los años ha hecho que diferentes marcas de cerveza lo fueran adaptando a sus etiquetas y logotipos e, incluso, reduciendo las seis puntas a cinco.

 
 


Puede verse en diversas marcas de origen europeo, algunas de ellas bien conocidas en Buenos Aires: Estrella de Levante, Heineken, Estrella de Galicia, Estrella Damm, Mahou 5 Estrellas, entre otras.

 
 


 

LA LEY DE PUREZA / REINHEITSGEBOT, PARA LA ELABORACIÓN DE CERVEZA

El 23 de abril de 1516, en Ingolstadt (Alta Baviera), a orillas del Danubio, a unos 70 kilómetros de Munich, Guillermo IV, duque de Baviera dictaba la norma madre para la elaboración de la cerveza, la “Ley de Pureza” (Reinheitsgebot), que establecía de modo taxativo que la cerveza debía elaborarse a partir de tres ingredientes: agua (de preferencia de manantial), cebada malteada y lúpulo. 

Esta antigua norma no hace referencia alguna a la levadura, que recién llegaría a descubrir Luis Pasteur en el proceso de fermentación de la cerveza, en el año 1880. Los cerveceros tomaban sedimento de una fermentación previa y lo agregaban a una nueva. Si no era suficiente, destinaban varias vasijas al proceso de obtención del fermento y así aparecía, por si misma, la levadura. 

La denominación se popularizó gradualmente, fuera de Baviera, especialmente durante la disputa sobre la llamada "cerveza dulce", en la década de 1950. Tanto los periódicos bávaros como los no bávaros a menudo informaban sobre las disputas legales debido al aumento de las importaciones de cervezas azucaradas de otros estados federales a Baviera. En Baviera no se permitió la adición de azúcar en la producción de cerveza. Con la "Ley de Pureza de Baviera", la Asociación de Cerveceros del estado, en cooperación con el gobierno del estado de Baviera, finalmente logró que la cerveza que contenía azúcar ya no pudiera importarse con el nombre de cerveza.

 

A partir de los años ’60, la Comunidad Económica Europea operó para armonizar la legislación sobre producción de cerveza. La Asociación Alemana de Cerveceros, junto con representantes del gobierno alemán, se opuso a los permisos de importación de cervezas de otros estados miembros de la Comunidad Económica Europea, citando la "Ley de pureza alemana". En la década de 1980 en particular, esto tuvo gran difusión pública a través de un amplio programa de acción de la industria cervecera y la cobertura de los medios de comunicación; las cervezas extranjeras se calificaron como "cervezas químicas".

La normativa de 1516 permaneció en vigor, aunque en 1986 comenzaran a aplicarse las regulaciones de la Unión Europea.

Pese a ellos los maestros cerveceros tradicionales continúan siguiendo las reglas de la Ley de Pureza / Reinheitsgebot, considerándola –en la práctica, como una norma muy vigente; algo muy apreciado entre los conocedores consumidores habituales.

De hecho, las nuevas normas europeas dieron lugar a que surgieran otras cervezas, como la Weizenbier / Weißbier, elaborada con trigo.

En la época contemporánea también se hace referencia a otras ordenanzas históricas para enfatizar una larga tradición de la Ley de Pureza. Se utilizan otras denominaciones, como "Ley de pureza de Munich" o "Ley de pureza de Weißenseer".

Cabe citar, como antecedente que, aunque menos conocida, el 30 de noviembre de 1487 el duque Albrecht IV había sancionado otra norma reguladora sobre la elaboración y comercialización de la cerveza, que inicialmente fue para Munich y a posteriori se extendió a la Alta Baviera. Esta norma determinaba los ingredientes permitidos en el proceso de elaboración, fijaba el precio de la cerveza y reglamentaba que la cerveza debía controlada desde la etapa de producción. Esta disposición de Albrecht IV fue denominada por los cerveceros de Munich, siglos más tarde, por las cervecerías de Munich como la “Ley de Pureza de Munich”, a partir de la década de los ’80 del siglo XX

Desde 1995 se celebra cada año el 23 de abril el denominado “Día de la Cerveza Alemana”, con el que la industria cervecera germana quiere recordar la Ley de Pureza, dictada ese día del año 1516.

Hasta hoy, la Ley de Pureza se percibe como un bien cultural alemán que ha trascendido al mundo.

De hecho, hasta hoy sigue aplicándose para la elaboración de cerveza en lugares tan distantes como Tsingtao, ciudad portuaria que fuera cabecera del protectorado alemán de la Bahía de Kiaotschou, en la actual provincia de Shandong, en el oriente de China. Se puede encontrar más información al respecto en "Kiau-Tschou, Territorio alemán en China" que puede descargarse (en formato pdf) cliqueando sobre la imagen siguiente: 


El 15 de agosto de 1903 quedó constituida la Cervecería Tsingtao (Germania-Brauerei/岛啤酒股份). Su propietaria fue The Anglo-German Brewery Co.Ltd., de Hong Kong, hasta 1916. El capital era de 400,000 dólares de plata mexicanos, divididos en 4,000 acciones de $ 100 cada una. Ofreció gratuitamente la primera cerveza de su producción –elaborada según la Ley de Pureza alemana- el 22 de diciembre de 1904; poniéndola en el mercado comercial a partir del 31 de diciembre de 1904.

Tras el inicio de la primera guerra mundial, tras unos meses de resistencia, en noviembre de 1914 fuerzas combinadas anglo japonesas ocuparon el protectorado alemán y, entre otras acciones, confiscaron la cervecería. Derrotado Japón en la Segunda Guerra Mundial, la empresa pasó a la familia china Tsui; siendo nacionalizada por Mao Zedong /Mao Tse Tung tras la victoria comunista sobre el Kuomintang en 1949. No obstante, la cervecería siguió su marcha ascendente y hasta hoy es la cerveza más popular de China y la más conocida en los mercados occidentales, a los que llega en dos presentaciones: botellas de vidrio y latas metálicas.

Tras la revolución cultural y con la apertura al capitalismo y la sociedad de consumo y libre mercado, liderada por Deng Xiaoping en 1978, la cerveza se convirtió en una bebida popular para los chinos.

En esa apertura que comenzara Deng, en octubre de 2002 el gobierno chino autorizó a Tsingtao a la firma de un acuerdo de venta de un 49% de la propiedad de la fábrica a Anheuser-Busch, el mayor grupo cervecero del mundo (propietaria, entre otras, de la marca Budweiser), imponiendo la condición de que se respeten rigurosamente los procesos de fabricación implantados en el origen por los alemanes en los tiempos de la fundación de la Germania Brauerei, ciñéndose a la Ley de la Pureza de la cerveza dictada en Baviera en 1516.

Hoy la Tsingtao ocupa el octavo lugar en el mundo entre las firmas del sector; exportando a más de 60 países, con más de un 15% del mercado nacional chino.

Hermann Henssler, nacido el 2 de octubre de 1883 en Tübingen / Baden-Wurtemberg, hijo del también cervecero Wilhelm Henssler, llegó a Tsingtau en 1906, primero como maestro cervecero y luego como gerente de elaboración de cerveza (1909-15).

Participó en la defensa del territorio del protectorado en 1914.

Fue hecho prisionero y como tal llevado a Japón, en septiembre de 1915. Tras el fin de la primera guerra mundial, pudo regresar a Tübingen en 1920.

Volvió a China, por poco tiempo, en 1922.

Nuevamente en Tübingen, decidió trasladarse a la República Argentina, con su familia. Corría el año 1926, cuando marcharon a Bremen, desde donde, el 6 de febrero, el maestro cervecero Hermann Henssler (entonces con 42 años); su esposa Dora (de 31, originaria de Bamberg / Baviera) y su pequeña hija Herta (de 4, nacida en Tübingen), partieron de Alemania rumbo al Río de la Plata, a bordo del “Madrid” (ex “Sierra Nevada II”) de la naviera Norddeutscher Lloyd; arribando al puerto de Buenos Aires el 5 de marzo de 1926.

 

LOS JARROS DE CERVEZA. EL GRÈS

La cerveza es la bebida alcohólica más consumida en Alemania y muchos otros países.

Las primeras jarras o tazones de cerveza de uso frecuente eran simples, sin adornos, hechos con gres (arcilla densa y resistente) que mantenían la cerveza fría por más tiempo. Gres es una voz de origen francés (grès, arenisca); siendo una cerámica producto de una pasta compuesta de arcilla, arena silícea y fundentes que siendo cocida a más de mil grados permite fabricar objetos sin porosidad, alta dureza y propiedades mecánicas superiores a las de otras pastas compuestas. Hasta su identificación con ésta voz el término utilizado era Stoneware (loza piedra), por su comprobada dureza.

 

Hasta 1916 en la Argentina se envasó cerveza en porrones importados de gres; la marca más conocida era “Chancho”. También se elaboraba cerveza con esa marca en la R.O. del Uruguay, cuya sede central estaba en Entre Ríos 1060, entre Jujuy y Paraguay, barrio Arroyo Seco, de Montevideo; actualmente sede de las Fábricas Nacionales de Cerveza

A fin de impedir la presión hiciera saltar los tapones, los porrones se cerraban con una "jaula" de alambre retorcido, similar al de las botellas de sidra o de vino espumante.


Las primeras jarras de gres se denominaban genéricamente Keferloher; nombre que deriva de la villa donde comenzaran a fabricarse a principios del siglo XIX: Keferloh, en la demarcación del municipio de Grasbrunn, a unos 14 kilómetros hacia el sudeste del centro de Munich, en la Alta Baviera / Oberbayern; en la histórica ruta de la sal de Salzburgo a Augsburgo.

 
 

Tradicionalmente, el volumen de una jarra de cerveza (Maßkrug) es de un litro. En bávaro y suabo se llama Maß ([mas] y equivale a una “medida" que originalmente era la bávara de 1.069 litros; habiéndose convertido en un litro exacto, al imponerse el sistema métrico, que se introdujo en Europa en el siglo XIX.



Desde fines del siglo XIX y principios del XX, las tradicionales jarras de gres comenzaron a reemplazarse por otras de vidrio, De todas formas, entre los conocedores, la de gres goza de preferencia.





Para la tradicional y universalmente conocida Oktoberfest de Munich, la jarra de cerveza es una pieza de colección que se diseña con características propias para cada año, con el motivo del correspondiente cartel. Estas jarras características están hechas de gres, aunque aquellas en las que se sirve la cerveza en las carpas, son mayoritariamente de vidrio.


Las jarras de gres tradicionales pueden tener una tapa metálica.

Las característica destacables, con el cuerpo cilíndrico o cónico, incluso ligeramente abultado, en su mayoría con un asa, a menudo con una tapa con bisagras, un apoyo para el pulgar (levantador de la tapa) y una base (pie) ensanchada.

Las jarras con asa y tapa se llaman Tankard o Stein; la segunda forma es más frecuente.


Stein abrevia el término Steinzeugkrug, que en alemán significa jarra de gres; no obstante, actualmente se aplica a las jarras de cerveza, cualquiera sea el material con el que hayan sido hechas.


Es así que en algunos casos se denominan Stein a las jarras de metal plateado, estaño, plata o peltre, aleación de cobre, estaño, antimonio y plomo, con apariencia similar a la plata.


La jarra sin tapa se llama Bierkrug o Bierseidel (jarra de cerveza); también mug, voz que literalmente se traduce como taza.

Otras denominaciones son:

-Bierkrug mit Deckel, que significa jarra de cerveza con tapa,

-Bierkrug mit Zinndeckel, para la jarra de cerveza con tapa de peltre.

Hay jarras decoradas, con relieve o bien con decoraciones pintadas con representaciones simbólicas o escénicas e incluso inscripciones. Algunas son obras de arte, piezas de colección.



 Algunas frases germanas sobre la milenaria cerveza:

Der kluge Mensch, so glaubt es mir, der redet nicht und trinkt sein Bier” (La persona inteligente, créeme, no habla y bebe su cerveza).

Am Morgen ein Bier und der Tag gehört dir” (Tómate una cerveza por la mañana y el día es tuyo).

Wer das Bier nicht ehrt, ist des Deliriums nicht wert!(¡Cualquiera que no honre la cerveza, no merece el delirio!)

Im Himmel gibts kein Bier. Drum trinken wir es hier” (No hay cerveza en el cielo. Así que bebamos aquí)

Ich trinke, um meine Probleme zu ertränken... aber diese verdammten Bastarde könne schwimmen!” (Bebo para ahogar mis problemas... ¡Pero esos malditos bastardos saben nadar!)


 

CERVEZA EN LA ARGENTINA

La tradición cervecera en Argentina tiene algo más dos siglos y medio. Como en gran parte de Iberoamérica, la afición al consumo de cerveza en la Argentina llegó de la mano de emigrantes europeos que arribados a éste gran continente a “hacer fortuna” y terminaron en gran parte arraigados en éstas tierras.

Las primeras cervezas, producidas y envasadas en Europa, llegaron en los barcos, para consumo de los germanos y británicos residentes en éstas tierras del Plata. No tardaron mucho en adaptarse al consumo los criollos.

En 1738 el inglés Thomas Stuart adquirió la propiedad, en la zona del Retiro (próxima a la actual gran terminal ferroviaria de ese nombre) de una parte de la manzana comprendida por la actual Avda. del Libertador y las calles Esmeralda, Maipú y Arenales. Tenía acceso por Arenales y allí construyó en edificio con una gran sala para fabricar “zerveza” (sic, así, con dos “z”) y otras “piezas”; instalándose calderas y hervidores en la gran sala.

 



Para obtener fondos, Stuart vendió el solar a Thomas Ilson, capitán de dragones y fuerte comerciante local, conservando para si el fondo de comercio. La escritura, de 13 de diciembre de 1743 pasada ante el notario Francisco de Merlo, ilustra que Stuart cede el dominio y señorío al capitán de dragones Ilson de “la casa de la zervezería”. La explotación de la fábrica continuó en manos de Stuart, con mayor producción tras el aporte de capital de la venta. Trabajaban allí dos ingenieros y seis esclavos negros, como obreros.

Para Ilson la compra le vino como anillo al dedo. Era un importante contrabandista y, el edificio de la fábrica de cerveza –cercano al Río de la Plata- era muy conveniente para ser utilizado como depósito de “mercancías”.

Según otros, la primera fábrica de cerveza comenzó a funcionar en 1744, en la actual calle Moreno (antes San Francisco).

Desde 1804 y hasta la Revolución de Mayo de 1810, junto al teatro Coliseo de Buenos Aires, había un despacho de bebidas que servía cerveza fabricada por su propio dueño.



En 1835, funcionaba el establecimiento de Santiago Renier y Henrique Knoll,en la calle Tucumán 361. Elaboraba “blanca” y “colorada”, que se vendía a 13 pesos la docena de botellas, precio que baja a 8 pesos, devolviendo igual cantidad de botellas vacías.

Se sabe que el primer Bullrich en Argentina fue un alemán, de nombre August Wilhelm Adolf Bullrich Reichel (castellanizado Reije), nacido el 31 de julio de 1803, en Teupitz, Dahme-Spreewald, Brandenburg (a unos 48 kms. al sudeste de la Puerta de Brandenburgo, Berlín); hijo de Augustus Sigismund Bullrich (23 mar 1772-21 ago 1846) y de Friederike Wihelmine Reichel (14 may 1776-18 dic 1824). Mercenario al servicio del ejército imperial del Brasil como suboficial, siendo sargento fue hecho prisionero en la batalla de Ituzaingó (20 de febrero de 1827), llegando preso a la Argentina, durante la guerra con el Imperio.

Puesto en libertad  en Buenos Aires, se quedó en ésta ciudad. Sin dinero ni buen dominio del idioma, supo elegir una actividad redituable y cuya eficacia estaba cifrada en el silencio: el contrabando de manufacturas. De tal manera fue abriéndose paso. Al tiempo comenzó a alternar dicho quehacer con el de “comprador” (reducidor) de esas mercaderías. Así, don Adolfo (como ya era conocido) fue amasando un capital que en 1835 invirtió en la compra de una propiedad cercana a la Plaza Victoria, en la actual esquina de Florida y Bartolomé Mitre, donde montó un almacén de productos importados. Un poco de todo lo que llegaba a Buenos Aires: telas inglesas,  vinos y aceites españoles, pistolones y tercerolas de fabricación francesa, con buenas ganancias; realizando otra inversión importante en marzo de 1842, cuando junto con otro comerciante almacenero alemán, Charles Ziegler, emprendieron la recuperación del establecimiento cervecero de Ilson y Stuart, entonces en estado de abandono en una casa arrendada propiedad de la familia Azcuénaga, en la zona del Retiro. Hicieron grandes reformas en la casa, que se encontraba en pésimo estado. La fábrica de cerveza fue posteriormente vendida a los señores Adam Vogel y Schmitz, a quienes contractualmente transfirieron todos los derechos. Posteriormente, estos la transfirieron a Guillermo Seydell.

Entre mediados del siglo XIX y principios del XX, fueron muchas las plantas industriales cerveceras que comenzaran su andadura.

Entre ellas, la Cervecería Santa Rosa, de Juan Bühler en la calle Bolívar; Cervecería Italiana, de Juan Bianchi, Federico Rothemburger y Antonio Lagomarsino, en las calles Paraná y Río Bamba de Recoleta; Cervecería del Parque, de Carlos Westermeyer; Cervecería Alemana, de Arturo Diesel; Cervecería 11 Septiembre, de Juan Schellenslager; Cervecería Manantial, de Pérez y Cortí.


La cervecera argentina más antigua y que aún hoy se encuentra en funcionamiento, es la fundada por el alsaciano Emilio Bieckert, que comenzó a operar en Buenos Aires, en el año 1860, frente a la iglesia de Balbanera.

En esa época, en la provincia de Buenos Aires, el número de cervecerías era considerable: Piazza Hnos. en Azul; Cervecería Nacional, Cervecería San Martín y Roque Curelli, en Bahía Blanca; Luis Lanfrancone, en Balcarce; Francisco Berisso, en Baradero; Cesario Boli y Weiss & Michat, en Bragado; José Grassi, en Coronel Pringles; Rothemburger Hnos., en Chivilcoy; Guillermo Kleinmann, Juan Quenard, Chapperón y Javier Meyer, en Dolores; Catoni Hnos., en General Pintos; La Constancia y Cervecería Juárez, en Benito Juárez; Viscay, en Laprida; La Inagotable y Cervecería Monti, en Luján; Cervecería Magdalena, en Magdalena; Juan Barbe, Carlos Sexauer, Bolia, Soulier y Cervecería Mercedes, en Mercedes; Felipe Schnahl en Merlo; Helvética y Monteverde, en Nueve de Julio; La Universal, en Pigué; Juan Giussani, en Quilmes; Cervecería Nacional, en Rauch; José Bertola, en San Antonio de Areco; Carolina Lang y Pablo Clerici en San Nicolás; La Movediza, en Tandil; Pedro Casalas, en Tres Arroyos.

En 1884, en San Carlos, provincia de Santa Fe, un inmigrante alemán, Francisco Neumeyer, secundado por una veintena de colaboradores, estableció en ésta localidad una nueva industria: "Francisco Neumeyer - Cervecería San Carlos Sud".

En 1888 el alemán Otto Bemberg, llegado a Buenos Aires en 1852, radicó en Quilmes, provincia de Buenos Aires, la cervecera del nombre de la localidad; comenzando a comercializar su producción a fines de mayo de 1890. Hoy, la empresa, que es parte de la transnacional Anheuser-Busch InBev, con sede en Lovaina (Bélgica), tiene posición dominante en el mercado argentino.

En 1892, se estableció la Cervecería Santa Fe, que hoy, junto a la Schneider, pertenece a la CCU de Chile.

En 1913, se fundó la Cervecería del Norte Argentino y, en 1921, la Maltería y Cervecería de Cuyo. Ambas se fusionaron en 1921.

En 1917, nació la Cervecería Córdoba.

Hoy hay muchas más en activo, entre ellas gran número de productoras de buenas cervezas artesanales.

El tradicional consumo de vinos (sobre todo, tinto, complemento de las carnes asadas) fue desplazado por el de la cerveza.

Desde hace algunos años, cada 31 de mayo se celebra el Día Nacional de la Cerveza.

Una fecha más surgida de lo espontáneo –frecuente entre nosotros-, sin que se determinen con certeza los fundamentos y las razones, pero que la práctica termina imponiendo. Como también lo es el Día de la Milanesa (2 de mayo, cuyo recuerdo más lejano en el tiempo es, para mí, ese día del año 2012).

Lo cierto, es que no hay referencias ciertas sobre el motivo de la elección de ésta fecha que, en concreto, se fue imponiendo por costumbre y porque los consumidores (que somos muchos) confiamos y aceptamos la celebración en éste día y ¿Por qué no? celebrándolo con alguna de las muchas cervezas industriales o artesanales que ofrece el mercado local.

 

Cabe recordar también que el Día Internacional de la Cerveza / International Beer Day se celebra, desde su creación en el año 2007 por Jesse Avshalomovel en la localidad de Santa Cruz (norte del estado de  California, EE. UU.), cada primer viernes de agosto.

 

CERVECERÍA BIECKERT

EMILIO BIECKERT

Alrededor de 1856, entre los muchos emigrantes que llegaban a Argentina, arribaba un joven que, ante la autoridad migratoria en el puerto de Buenos Aires, se identificó como Émile Bieckert, nacido el 16 de junio de 1837 en la villa alsaciana de Barr, en el Bas-Rhin (Francia), cercana a Estrasburgo, de oficio cervecero (que era la profesión de muchos miembros de su familia en Barr); siendo hijo de Jean Bieckert y de Marie-Madeleine Luginsland Hirn, ambos alsacianos.

Emilio Bieckert desembarcó en tierra argentina con escasos recursos económicos. Al dejar la casa paterna en busca de nuevos horizontes, lo hizo con escasa ayuda financiera de sus allegados, aceptando de ellos solo lo indispensable.

Se presentó en el establecimiento ‘Santa Rosa’ que, en aquella época, regenteaba Juan Buhler, en la porteña calle Bolívar 320, donde se elaboraba cerveza. Sin hesitación, Buhler ofreció un empleo al joven cervecero Bieckert.

La inteligencia, laboriosidad e iniciativa de que diera muestra, sumadas a sus conocimientos teóricos y prácticos en el rubro, hicieron que pronto ganara el aprecio de su patrón y rápidamente fue elevado en jerarquía y remuneración.

Posteriomente Bieckert se retiró de ‘Santa Rosa’, buscando otro destino.

En 1858, viajó a Chile donde permaneció durante un año.

Retornó a Buenos Aires con intención de instalarse definitivamente, con una cervecera propia, de la capacidad y la importancia que su imaginación concebía, para volcar en ella su rica experiencia de maestro cervecero.

 

Con escaso capital propio, sin renunciar a su propósito se abocó a encontrar trabajo. Pudo reunir unos pesos y con ellos comenzó los cimientos de la gran empresa a la que llevaría al triunfo, con inteligencia y férrea voluntad.

Se instaló en el tercer patio de una casa de vecindad frente a la iglesia de Balvanera, donde a partir del 15 de febrero de 1860 comenzó la fabricación de cerveza tal como él la concebía; haciéndolo con un solo peón como personal; identificándola siempre con su nombre, según era tradición y garantía de su familia. Dos simples pipas (toneles o barricas) fueron los primeros recipientes que utilizara para hacer fermentar el líquido resultante de la cebada macerada. No mucho más que estos eran los escasos recursos en esos días de Emilio Bieckert, quien llegaría a ser propietario de una de las más grandes y mejores cerveceras del país. 

 


Pronto conoció Buenos Aires una cerveza auténtica y de calidad superior. La fama y la demanda de la cerveza Bieckert fueron en aumento y se hizo necesario incrementar la producción y, para ello, los elementos para la fabricación y el número de trabajadores empleados.

En 1861 la producción de la cerveza de Bieckert era de una pipa diaria; haciéndose necesario dejar el lugar donde la hacía, de reducidas dimensiones. Mudó su industria a la calle Salta 12 (y Rivadavia), donde siguió con su actividad.

La industria evolucionaba a grandes pasos; los negocios, también. Se hacía necesaria la expansión.


En 1866 Emilio Bieckert compró a la familia Riglos un terreno importante, por sus medidas y ubicación, en la zona de Retiro, pagando veinte mil libras esterlinas, una fortuna en la época. De ese gran terreno vendió una parte a José Manuel de Estrada, conservando para si una superficie superior a una manzana y media, de forma irregular, un triángulo cuyos lados eran las calles Esmeralda, Juncal y Paseo de Julio (actual Libertador) frente de la actual estación Retiro, que entonces no era cabecera o terminal, sino la segunda estación del Ferrocarril del Norte (desde 1889 Central Argentino), que tenía estación terminal en la Aduana Nueva (Paseo Colón y Victoria, ahora Hipólito Yrigoyen) construido a partir de 1862, año en el que el 7 de diciembre alcanzara el pueblo de Belgrano y en 1865 llegara a Tigre. Entonces la estación Retiro estaba situada a la vera de la actual Avda. del Libertador, a unos 70 metros al oeste de la terminal actual, inaugurada en 1915.

 

Allí Bieckert hizo construir su gran planta industrial cervecera. Una fábrica modelo, que llegó a contar incluso con motores que mecanizaban la tarea. La producción comenzó allí  en 1869. El pronunciado declive de la barranca hacia el río, sobre la cual se encontraba, hizo posible contar con dos enormes sótanos con capacidad para 160 barriles cada uno, en los que se estacionaba la cerveza durante días, semanas o incluso meses.  Las barricas eran de roble alsaciano. La cerveza se envasaba en botellas de vidrio fabricadas en Buenos Aires y las de gres se importaban de eran importadas de Port Dundas, barrio situado a 1,5 km. al norte del centro de Glasgow (Escocia). Los corchos que recibía Bieckert venían desde España, embarcados en Barcelona.

 

 

La fábrica tenía entrada por la calle Juncal. En el mismo terreno se levantaron la gran  casona familiar rodea de araucarias y las casitas de los obreros.

Las construcciones ocuparon la mitad de la superficie. Bieckert  convirtió el resto en un jardín cervecero que fue inaugurado el domingo 30 de agosto de 1874. Un gran espacio en el que Bieckert hizo plantar pinos, palmeras y otros árboles; con capacidad para mil comensales que podían consumir todas sus variedades de cervezas. También hizo construir un recinto más fresco, para los días de verano y una glorieta para conciertos que ofrecía una banda musical los domingos y feriados. Además de un espacio destinado a los niños pequeños.

Desde el jardín se podían ver la costa, el Río de la Plata, en el que fondeaban los barcos en el sector comprendido entre la Aduana vieja y Retiro y por el norte hasta las arboledas de Palermo.

 


Cada cuatro años Bieckert visitaba su pueblo natal, Barr y viajaba por Europa, recorriendo instalaciones cerveceras de sus colegas locales; enterándose así de todas las innovaciones de la industria. A su vez, la suya también era un punto de atracción para los visitantes extranjeros, que la llegaban a ver externamente aún antes de desembarcar; su gran chimenea era tomada como referencia costera por los navegantes.

En una de sus giras europeas Emilio Bieckert llevó muestras de su cerveza. Grandes fábricas de Alemania reconocieron que su producto no desmerecía a la famosísima Pilsen y, posteriormente, las exposiciones de París y Amberes le otorgaron altas distinciones por su calidad.

 


Al retornar de uno de sus viajes, llegó a Buenos Aires trayendo en jaulas los primeros gorriones que poblaron la tierra argentina. Muchos murieron en el viaje; los sobrevivientes gozaron de una inesperada libertad cuando, al pretender la Aduana cobrarle unos altos derechos de importación por las avecillas, abrió las jaulas y los dejó volar. Son ellos los antepasados de todos los pájaros de su especie que llenan el inmenso ámbito del país. 

 


Trajo algo más: los primeros caballos percherones, orgullo de las antiguas cervecerías europeas, cuyos carros transportaban pesadas cargas de barriles de cerveza. A la semana de su llegada, se veía pasar a esos majestuosos y soberbios animales, con lujosos arneses de bronce, luciendo cuidadas crines y colas, arrastrando los pesados carros cargados con barriles de cerveza Bieckert por las calles empedradas de Buenos Aires. 

 


No solo elaboró cerveza. En ese tiempo el hielo llegaba a Buenos Aires en algunos barcos norteamericanos. Era hielo del río Hudson, que una poderosa firma distribuía a precio de oro entre los países cálidos del mundo. Bieckert acabó con el negocio al instalar, en Buenos Aires, una fábrica de hielo que importara completa desde Europa.

A partir de la década de 1880, las empresas de Emilio Bieckert fueron mucho más allá de la actividad exclusiva de la cervecería. Siguió invirtiendo en el sector inmobiliario, pero también en otros impensados: en 1888, las empresas Bieckert firmaron un acuerdo con el Estado argentino para la instalación de un cable transatlántico para la comunicación telegráfica entre Buenos Aires y Europa. Éste proyecto se postergó en varias oportunidades por falta de financiación del Estado argentino. De esto puede deducirse la importancia de las empresas Bieckert y su amplia gama de actividades. Finalmente, en 1910, con el cable de la Isla Ascensión, Buenos Aires se unió a Lisboa.

Bieckert también participó activamente en el desarrollo de Buenos Aires y se convirtió en un actor importante en las relaciones franco-argentinas, en particular a través de su actuación con el consulado francés, que le valió la Legión de Honor en 1891. Durante la entrega de esta distinción por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores, Émile Bieckert aparece mencionado en documentos escritos como cónsul de Francia en Buenos Aires.

Émile Bieckert también hizo construir varios edificios en Buenos Aires.

 


En el solar de grandes dimensiones situado en Corrientes y Esmeralda, esquina sureste, fue construido en 1891 el gran edificio en el que estuviera el Teatro Odeón”, según el proyecto del arquitecto Ferdinand Moog, por iniciativa y con financiamiento de Emilio Bieckert. Allí había estado antes el “Teatro Edén”. El Odeon fue  uno de los teatros más importantes de la ciudad en la primera parte del siglo XX. En el Odeon se realizó la primera proyección cinematográfica de la Argentina, el 18 de julio de 1896, cuando fueran proyectados con un kinetoscopio cortometrajes de origen francés, de los hermanos Lumière.

Además del teatro, en los pisos superiores se encontraba el “Royal Hotel (de Ludovico Schaefer, reconocido empresario del sector, que principios del siglo XX también fuera copropietario del “Tigre Hotel”, junto a E.E. Fischer). Hotel éste en el que el martes 25 de febrero de 1902 y el sábado 8 de marzo siguiente, el prestigioso oftalmólogo Dr. Pedro Lagleyze operara de cataratas en ambos ojos al general paraguayo Bernardino Caballero (ex presidente de la República  [1880-1886] y fundador del Partido Colorado, en el vecino país). 

En los bajos del edificio, con entrada por la ochava, funcionaba el restaurante “Royal Keller (Keller, en alemán significa “sótano”).  Fue centro de reunión de “Martín Fierro, grupo vanguardista literario a mediados de la década 1920-1930; llegaron a llamarlo el “Olimpo de los literatos”; entre muchos escritores y artistas plásticos que concurrían habitualmente, cabe mencionar a Leopoldo Marechal, Emilio Pettorutti, Oliverio Girondo, Macedonio Flores, Xul Solar y Jorge Luis Borges.

En la primera mitad de la década del ‘30, el establecimiento hotelero cambió la denominación a la de “Hotel Roi”. El restaurante Royal Keller” fue reemplazado por la “Confitería El Cabildo”.


Afectado por el paso del tiempo y el escaso mantenimiento, en 1985 fue declarado inmueble protegido "por su interés cultural y arquitectónico"  aplicando la ley 14800, de 1959, que declara de interés nacional la actividad teatral. Pero el apetito voraz e insaciable de los intereses vinculados a los “negocios inmobiliarios” lograron que la protección fuera revocada durante la administración municipal que encabezaba Carlos Grosso, siendo demolido el edificio en 1991, construyendo entonces una playa de estacionamiento (aparcamiento de automóviles) en esa valiosa zona céntrica de la ciudad. Finalmente, en el año 2012 comenzó a construirse la Torre Odeón, un proyecto de la empresa de arquitectura Dujovne-Hirsch, de 124 metros de altura. Fue inaugurado en el año 2019.

Después de tres décadas de intensa labor, a los 52 años de edad, Emilio Bieckert se retiró de la vida industrial en el año 1889. Vendió la cervecera a un consorcio inglés, la “Bieckert Brewing Company Limited”, por una suma estimada entre 800.000 y 1.000.000 de francos oro.

 

TRANSFORMACIÓN

Su cervecera se transformó en una sociedad formada para proseguir su explotación. Entre otros, la primera directiva de la nueva empresa se integró con Carlos Pellegrini (de ascendencia suiza), quien poco tiempo después sería elegido Presidente de la República.


Bieckert retorno a Francia y se radicó junto con su esposa Simone Anna Ader en Niza (Alpes-Maritimes), ciudad donde Simone falleció el 19 de febrero de 1909. El deceso de Émile Bieckert se produjo el 19 de julio de 1913, en su palacete en el 6 Avenue Ruysdaël, frente al Parc Monceau, 8e. arrondissement de París, siendo sepultado en el cementerio de Montmartre. A la entrada, tomando la primera escalera a la derecha, se llega al Chemin des Gardes, en la 18ª. división de la necrópolis. La tumba de Émile está allí, cerca de la de la célebre cantante Dalida (Iolanda Cristina Gigliotti).

 

Niza lo recuerda con una estrecha y extensa avenida de traza irregular que lleva su nombre y se extiende dentro de una zona residencial, desde el Boulevard de Cimiez hasta el Boulevard Carabacel, en el selecto y exclusivo distrito de Cimiez, en el noreste de ésta ciudad francesa, donde Bieckert realizara importantes inversiones inmobiliarias.

 

 

 

ÚLTIMOS TIEMPOS DE LA CERVECERA BIECKERT

Corría 1908, cuando la fábrica de la calle Juncal no ofrecía ya las comodidades necesarias para el progreso de la cervecera. 

 


Se tomó, entonces, la determinación de construir nuevas instalaciones en una zona limítrofe con la Capital Federal, donde se pudiera contar con amplios terrenos y condiciones más favorables. La nueva Cervecera Bieckert fue instalada en Llavallol, en el partido bonaerense de Lomas de Zamora, sobre un terreno de 100.000 m2, bien comunicado con la red ferroviaria y, a la vez, con la carretera que unía Buenos Aires con Bahía Blanca. Esta fábrica, construida en 1908, moderna en su época, creció y se actualizó constantemente, merced a la tenacidad y al esfuerzo de varias generaciones, a la incorporación de maquinaria moderna y a la utilización de una tecnología siempre al día. 

 


En enero de 1994, Bieckert formó parte del Grupo Peñaflor, abarcando, de esta manera, el mercado global de bebidas del país y continuando así la centenaria obra. La cervecera fabricaba sus propias maltas y producía tres tipos básicos de cervezas. La Pilsen: una lager clara y malteada, elaborada con malta argentina, arroz, maíz y lúpulo de la American Cascade. Con un contenido alcohólico de 3,9% en volumen, se comercializaba con las marcas de Bieckert y León de Oro; Especial: una cerveza lager premium dorada con 5% de contenido alcohólico, más aromática y con sabor más definido que la pilsen; Clara Especial, también estilo Pilsen pero con un contenido alcohólico de 4% en volumen. Se comercializaba con las marcas de Bieckert, Lavallol y León de Oro; Negra: Con un 4% en contenido alcohólico en volumen, se comercializaba con la marca Africana, una lager oscura, cruce de los estilos Munich Dunkel y Viena Red; Malta Líquida: un producto alimenticio refrescante, a base de malta tostada, cebada malteada y lúpulo, sin alcohol, con las marcas Bieckert y León de Oro.

En 1997, el 84,6% de sus acciones fue adquirido por Quilmes, que pagó 34 millones de dólares.

En enero de 2003 la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia aprobó la fusión entre Quilmes y el grupo brasileño AmBev, dueño de Brahma. Para darle el visto bueno a la operación, el Gobierno les exigió a las empresas desprenderse de las marcas Bieckert y Palermo -que juntas representaban un poco menos del 10% del mercado local de cervezas-, de una planta de cerveza en Luján y una fábrica de elaboración de malta en Llavallol. Después de más de tres años de presentaciones judiciales, la venta de las marcas de cerveza Palermo y Bieckert finalmente quedó destrabada. La Corte Suprema desestimó en marzo de 2006 la presentación que había hecho la compañía de origen chileno CCU para poder participar de la compra de ambas etiquetas y de un par de plantas que Quilmes y Brahma debían poner en venta para que las autoridades aprobaran su fusión. Esto último era lo que venía frenando el proceso de desinversión que estaban obligadas a encarar las compañías líderes de la Argentina y Brasil para completar su proceso de fusión.

La cerveza de la marca Bieckert dejó de comercializarse en la Argentina.

 

BIECKERT Y LOS ADER

Bernard Ader,  nacido hacia 1845 en Aureilhan, Hautes-Pyrénées, Midi-Pyrénées, Francia, hijo de Guillaume Ader y Jeanne Marie Michou, había arribado a la República Argentina en 1860, con 15 años de edad. Contrajo matrimonio con la alemana Elise Schulze hacia 1879 y fueron padres de Juanita (murió de difteria a los 5 años); Eduardo (1881); Ana Elisa (1882) y Enrique Ader (1884), los dos varones fallecidos de tuberculosis en abril de 1908, con veintidós días de diferencia entre uno y otro.

Su hermana Simone  Ader, nacida en Oléac-Debat, Hautes-Pyrénées (Francia), el 17 de mayo de 1843, contrajo matrimonio con Émile Bieckert el 15 de julio de 1866 en la Congregación Evangélica Alemana en Buenos Aires; convirtiéndose así en  cuñado de Bernardo, quien había hecho fortuna en la Argentina con la compraventa de tierras. 

Había llegado a la Argentina, donde ya se encontraban Benardo y otros dos hermanos mayores, cuando tenía 16 años; junto a otro hermano, Romain, de 18 años. Habían embarcado el 12 de noviembre de 1859 en el puerto de Burdeos en el "Alcyon", arribando a Buenos Aires  el 9 de enero de 1860. 

En 1895 Bernardo Ader, a sus 50 años, vivía en Adrogué, sección urbana del Cuartel Primero del partido bonaerense de Almirante Brown; haciéndolo con su esposa Elisa Schulze, de 35 años y sus hijos Eduardo (de 14 años), Ana (12) y Enrique (11), y Margarita Schulze,  de 24 años.

Bieckert era ya un exitoso hombre de negocios en el sector cervecero cuando, en la última mitad del siglo XIX, adquiriera una gran extensión de tierras en la zona del deslinde entre los partidos de bonaerenses de San Isidro y San Martín (desde 1905, Vicente López y San Martín).

En 1905 Anita Ader (hija de Bernardo y Elise Schulze) contrajo matrimonio con el industrial austríaco Rodolfo Grünbaum.

El 7 de abril de 1908 Emilio Bieckert vendió a Bernardo Ader una importante fracción de las tierras que se extendían desde la actual avenida Bernardo Ader hasta pasar Primera Junta (dentro del partido de San Martín) y desde Montes de Oca hasta pasar Paraná (dentro del partido de San Isidro). La correspondiente inscripción se hizo bajo Nº 42560, serie C-Año 1908, siendo el escribano interviniente Alberto M. Haedo.

El 9 de julio de 1916 allí, más precisamente en la intersección de las actuales calles Triunvirato 3400 y Castelli, Carapachay, partido bonaerense de Vicente López, Bernardo Ader colocó la piedra fundamental de la Torre de la Independencia, que hacía construir en homenaje a la tierra que lo recibiera, a la Argentina en la que viviera durante muchos años. A sus efectos, Ader solicitó el permiso del caso a la intendencia municipal de Vicente López, iniciándose el expediente nº 23, de 26 de junio (al que se adjuntaran los planos de construcción). 

Bernardo Ader falleció en la ciudad de Buenos Aires el 30 de marzo de 1918, a poco de inaugurarse la torre, sin haberse concretado su voluntad de donarla al municipio. 

La Torre de la Independencia sigue allí, ahora conocida popularmente como “Torre Ader”. 

El 16 de octubre de 1967 las nietas de Bernardo Ader cedieron la torre  al municipio, siendo aceptada  por Ordenanza 3461. Las tierras aledañas fueron loteadas y vendidas. 

Por medio del decreto Municipal n° 21643, de 25 de agosto de 1970, fue creado el Instituto de Investigaciones Historicas de Vicente López. Posteriormente, el 26 de enero de 1980, por el Decreto n° 250, se dispuso instalar el Instituto de Investigaciones Históricas en la torre. 

 

OKTOBERFEST EN VILLA GENERAL BELGRANO

(CÓRDOBA-ARGENTINA)

 El Oktoberfest 2024 en Villa General Belgrano se llevará a cabo del 4 al 14 de octubre. 

Durante esos 11 días, los visitantes van a poder disfrutar de la mejor cerveza artesanal, gastronomía alemana, música en vivo y diversas actividades culturales. 

(Video lanzamiento oficial Oktoberfest 2023-Villa General Belgrano)

© Enrique F. Widmann-Miguel - IberInfo / Buenos Aires

 

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