LA HABANA Y NUESTRA SEÑORA DE REGLA

Cada 7 de septiembre Cuba festeja a la Virgen de Regla, patrona de la Bahía y Puerto de La Habana; Yemayá en la Regla de Osha y diosa de los mares. La Virgen de Regla también es la patrona de la población de su nombre, homónima, en la margen oriental de la Bahía de La Habana.



La Virgen de Regla. Su historia

San Agustín el africano (Obispo de Hipona), nació en Tagaste (ahora en la provincia de Souk Ahras, noreste de Argelia) África. Vivió entre los años 354 y 430, siendo quien ordenara tallar la figura de la virgen con el color negro, de acuerdo a la tez de los africanos. Fue una personalidad de vasta cultura, considerado uno de los más prolíficos autores en el campo de las letras. Había tenido una revelación: un ángel le había vaticinado que debía ser tallada en madera la esfinge que luego debía colocarse bien adornada en su oratorio,siguiendo por ello al pie de la letra las instrucciones.

El obispo utilizó la mejor madera de cedro que pudo encontrar. Los siglos borraron el nombre puesto por San Agustín, que probablemente fuera el actual de la santa imagen. Después del saqueo de Tagaste, el diácono Cipriano salvó a la virgen, pasando con esta por una tormenta a través del Estrecho de Gibraltar; hecho que se considera el primer milagro de la virgen de Regla. La tradición se encargó de hacer a la virgen Patrona de los marinos, como consecuencia de haber llevado a salvo a la embarcación, a pesar de la tempestad.

Cipriano llegó a Chipiona, Cádiz, Andalucía, en el sur de España, villa en la que ahora está el santuario de la Virgen, entregando su carga al prior del convento de Ermitaños de San Agustín. Con los árabes durante varios siglos en Andalucía, el prior no pudo jamás ver a la sagrada figura en su altar y murió llevando su secreto a la tumba.

Fue en el año 711 cuando la invasión árabe se convirtiera en una amenaza latente para la santa imagen, que fue escondida hábilmente en un pozo cercano. En 1330, un canónigo del Convento de Santa María de Regla la encontró, durante un paseo que realizaba en compañía de unos labriegos. El encuentro se produjo porque el canónigo había soñado que una gran señora de rostro negro, le mandaba ir a orillas del mar a rescatarla: “Debajo del árbol, en que reposas, está lo que afanosamente buscas” decía la revelación”.

El 12 de octubre de 1492 las tres carabelas que meses antes partieran del puerto onubense de Palos de la Frontera avistaron tierras americanas. Unos días más tarde, el 27, llegaban a Cuba que, por su extensión, creyera Colón que formaba parte de un continente.

Pueblo catequista el español, llevaría la semilla de la fe a las naciones descubiertas, a veces con rudeza; pero es cierto que la fe católica se extendió por todo el continente, teniendo como centro la devoción a María. Esta devoción se llevaría luego a todo el nuevo mundo y se levantarían iglesias en su honor, fundando pueblos en su nombre.

En lo que respecta a Cuba, desde el 15 de agosto de 1511, fundación de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa (en tierras de la actual provincia oriental de Guantánamo) por el adelantado Diego Velázquez y la construcción de la primera iglesia en la que se conoce como Ciudad Primada, dos son las devociones que sobresalen en Cuba: la Virgen del Cobre y la Virgen de Regla.

El 27 de febrero de 1517 se hacía merced a Diego Miranda de las tierras en que hoy se levanta el Santuario de Regla.

Fue en el lugar denominado Guaicanamar (que significa Frente al mar), hoy Regla, en el este la bahía habanera.

En tierras que originalmente estuvieran bajo la jurisdicción del cacique de Guanabacoa, Antón Recio Castaños fundó en la segunda mitad del siglo XVI el primer ingenio (fábrica de azúcar) que utilizara bueyes en vez de brazos y caballos.

Antón Recio Castaños, originario de Huelva y fallecido en La Habana hacia 1575, fue Procurador General en 1556; Regidor del Ayuntamiento de La Habana en 1569; Depositario General, Diputado, Alcalde ordinario y Tesorero de la Santa Cruzada. Fue uno de los vecinos más importantes y más antiguos de la Habana. Poseía hatos de vacas en diversos lugares, solares en la Plaza de Armas y en el pueblo de Guanabacoa. Siendo fundador de una familia cubana que por varios siglos estuvo vinculada a la producción de azúcar.  Como militar español, sirvió con mucha valentía en la lucha contra los corsarios franceses que atacaban la isla.

Don Pedro Recio de Oquendo, quinto poseedor del Mayorazgo de su casa, cedió el terreno para edificar una ermita a Nuestra Señora de Regla en el lugar, siendo que “…el sitio más a propósito, era el de una parcela de tierra, frente de un cayo que ciñe el mar (...) doy licencia y permiso como dueño de dicha punta, sacando la licencia de dicha ermita, el 3 de marzo de 1687...”.

La tormenta de San Rafael del 24 de octubre de 1692, la primera que azotara a La Habana en un mes de octubre, destruyó totalmente la ermita de la Virgen de Regla.

Juan de Conyedo Martín, padre del sacerdote Juan Martín de Conyedo y Rodríguez, que había sobrevivido a la tormenta durante un viaje en altamar, llegó a la ermita para dar gracias, encontrándola totalmente destrozada. Concibió entonces la idea de levantarla de nuevo, más sólida y fuerte. Fue a residir a la Ermita de Regla, reconstruyéndola de mampostería en 1694, quedándose a su servicio hasta su muerte, en 1743.

El año 1696 tiene una particular importancia en el culto a la virgen, pues ese año el castellano Don Pedro de Aranda donó al santuario la escultura que había traído de España.

Desde el momento en que la virgen tuvo su ermita en pie, se ramificó el espíritu público de su devoción, se convirtió esta en foco de piedad, llegando personas desde los más apartados lugares a rendirle homenaje.

La devoción crecía más y más. En 1708 se agregaron a la iglesia dos altares, por no dar abasto el que había para las misas.

En 1714 el Presbítero José López de Salazar, administrador del Santuario, pidió a los regidores de La Habana que la virgen fuese jurada Patrona de la Bahía y Puerto de la Habana. El 26 de diciembre de ese mismo año fue de gran fiesta en Regla. Se trasladaron a la localidad el Capitán General, el Obispo, el cuerpo de Regidores en pleno, el clero y numeroso concurso de fieles y allí, delante de la bendita imagen, se le impuso la llave simbólica como Patrona y Gobernadora de la Habana.

Sin duda, fue una época de gran triunfo para el santuario, aunque nada existía en Regla: ni los almacenes, ni las murallas, todo estaba desierto en los terrenos de Guaicanamar donde hoy se levanta el ultramarino pueblo reglano; sólo algunos cuartos para hospedar a los devotos a continuación de la iglesia.

 

 

La virgen como símbolo de la localidad: fundación de Regla

La afluencia de público al santuario del pintoresco pueblo de Regla, hizo necesaria la presencia de personas que preparasen los alimentos de los peregrinos. Acerca de los primeros pobladores de Regla, se sabe que en 1737, le fue dado permiso de fabricación a Domingo Martín, natural de Guarachico, isla de Tenerife, para construir una casa de ocho varas de largo cerca de la huerta del santuario para la bodega de las cazuelas, donde se almacenaba comida y carne para los romeros, enviada desde Guanabacoa.

Seferina, parda libre, tuerta, señora mayor de alrededor de setenta años, natural de la Habana, pidió en 1737 licencia a los dueños del terreno para construir un bohío cerca del santuario y vender cazuelas y carnes a los que venían de romería para su culto. Esta acción atrajo a un buen número de vendedores.

Domingo Martín y Seferina fueron los dos primeros moradores y vecinos de Regla; vivieron en constantes discordias y quimeras.

El ataque a la Habana por los ingleses trajo como consecuencia que el capellán trasladase la imagen de Nuestra Señora de Regla y sus alhajas a la Iglesia del Calvario, llevándolos personalmente en su cabalgadura. Dos días después, volvió a trasladarse al ingenio de Don Diego Marrero, en Managua. Allí estuvo doce días. Al decir de Rafael Garrucho Ambrón, toda esta situación se debió a que “...Los ingleses ocuparon la iglesia con todas sus fuerzas...”.

La Parroquia de Regla se creó en 1811, en septiembre. Se inauguró el día 8 de ese año. En esta fiesta predicó el presbítero Félix Varela. Gonzalo Herrera fue el padrino, aunque recién en 1818 se terminaron de construir la torre y el frontis, gracias a la obra del matemático Pedro Abad Villarreal y el alarife don Pedro Justiniani.

Es de importancia destacar que a la fachada de la iglesia, se le dio una ornamentación que todavía hoy puede verse. Posee estilo griego, consistente en un tímpano y dos columnas.

El 3 de marzo de 1812 se recibió la visita del Obispo Espada.

Alrededor del santuario se improvisó un pueblo: se veían negras confeccionando dulces y otros alimentos para expender a los que venían a la feria, se mataban animales como ofrendas y se distribuían, todos participaban en comunidad, el capellán hospedaba a los que podía, se ponían mesas para los devotos de Nuestra Señora de Regla y participaban altas notabilidades de la ciudad y habitantes circunvecinos de la bahía.

 

 

Los festejos tradicionales en regla. Caracterización del culto

Los devotos de la isla ofrecían sus tributos tales como; carneros, bueyes, chivos y exvotos de plata. Estos últimos se veían luego en la sacristía y el altar de la iglesia.

El pueblo de Regla rendía culto a la virgen durante ocho días, durante los cuales re realizaban bailes, se tiraban fuegos artificiales y llegaban a Regla cientos de personas que participaban en juegos de azar. Era habilitado el Salón del único teatro existente - el Paraíso- y el Palacio otrora de los Marqueses de la Real Proclamación, localizado en las calles Maceo y Ceulino.

El ceremonial era presidido por el Alcalde, los Tenientes-Regidores y Regidores, el Comandante de la Plaza con las fuerzas del ejército, que abrían la marcha; después, el Cura Párroco, con su séquito. Le seguían los voluntarios, los bomberos del comercio, los bomberos municipales y los banderas rojas. Todos marchaban al compás de la música de las bandas. A ambos lados de la comitiva les seguían los fieles.

El día 8 de septiembre era el rito cristiano, la forma tradicional de lucimiento con la Gran Fiesta de la Virgen de Regla; fiesta también de nuestra Patrona, la Caridad del Cobre. La nación entera estaba aquí, representada en este pueblo bravo de Regla: hervía la bahía, hervía Casablanca, hervía Guanabacoa, hervía La Habana, pues una comunidad doliente, contenta, devota, sensual y cálida, confluía en las estrechas y empedradas calles de la bahía. Era un vibrar del alma popular cubana.

La fiesta se tornaba como un río humano que se desborda, remansa y arremolina, porque venían el afligido, el que estaba contento, el que tenía, el que aspiraba, el que alababa, y se alimentaba. Era una forma de manifestarse el calor y el sabor del pueblo: el duro y bronceado músculo del hombre del muelle, la cinta de colores del viejo pajilla, el guano desflecado del viejo patriota, los espejuelos negros del joven mimético, los pañuelos tanto rojos como blancos, como amarillos en el bolsillo, cuello o cabeza, la cabeza descubierta y las venas abultadas en sol ardiente y tenaz.

Destacaba la belleza de la mujer criolla y las niñas y niños, vestidos de blanco, con las velas encendidas tras la imagen de la virgen. Todos los colores y notas al unísono, todas las alegrías y las tristezas hechas fiesta.

La villa de Regla se llenaba de bullicio, de feria, de colores, de romería y expansión de fiesta. La gente conversaba, bailaba alegremente, cantaba y gritaba, porque era el día en que la Patrona descendía de la bahía, a la orilla, y flotaba en este mar de tierra humana, para seguir luego hacia la vieja barca.

En la noche del ocho al nueve, se velaba y se esperaba el momento de yemayá, pues la Virgen de Regla y esta última, aparecían juntas y separadas en la fiesta del día ocho. El tiempo obró el milagro que aquellos para quienes era la Virgen de Regla sólo la virgen católica, vieran también algo de la diosa yemayá y viceversa.

Yemayá es orisha (emisario de Oludumare o Dios Omnipotente) mayor; una de las más importantes, pues es la madre de la vida y de todos los orishas. Es la dueña de las aguas y representa al mar, fuente fundamental de la vida. Por sus instintos maternales y justeza acogió a Oshún y le regaló los ríos, debido a ello siempre van juntas.

Las imágenes llegaban al mar para el despojo final, se remansaban, se corría y se rompía en cantos, toque y baile, acompañando a las ofrendas rituales, la rotura del coco, frutas, aves. Después, se reanudaba la procesión villa adentro. Pepa la Santera, la más anciana, se asomaba a la puerta apoyada en su muleta. A ella correspondía, por su edad, sabiduría y virtud, este primer tributo. Las imágenes se detenían ante su puerta, luego seguían con la multitud, hacia otras puertas, templos humildes o casas-templos del pueblo.

Finalmente se iba camino arriba, al cementerio, a saludar a los difuntos, a ejecutar el despojo. Ahí culminaba la fiesta, pues los tambores sagrados con las imágenes en los santuarios de los cabildos, se guardaban. Culminaba todo el proceso, y había que esperar una nueva fecha. 

 


El culto a la Virgen de Regla se extendió con el tiempo en forma maravillosa. Son miles de fieles los que todos los días iban a postrarse ante la imagen venerada de la madre de dios. Los días ocho de cada mes, desde las primeras horas de la mañana, hasta las diez de la noche, entre cuatro o cinco mil personas llegaban al santuario, en muchos casos llevando agua bendita. En nuestros días, con un menor número de fieles, se mantiene el traslado de personas los días ocho de cada mes. 

 

Celina y Reutilio cantan a la Virgen de Regla

Celina (Celina González Zamora) y Reutilio (Reutilio Domínguez Terrero) integraron un renombrado dúo de música tradicional cubana, destacando en los ritmos populares del campo, como la guajira, la guaracha y el punto cubano.

Se les puede ver y escuchar en un corte del film cubano, de Estudios Nacionales, “Rincón criollo”, que en el año 1949 dirigiera Raúl Medina, cantando a la Virgen de Regla (“Viva Yemayá”). Les acompaña la popular actriz, cantante, vedette y bailarina cubana Blanquita Amaro, que en esa época también tuviera una brillante trayectoria en los escenarios y cine argentinos.


 

Peculiaridades de algunos festejos populares

En 1836, don Miguel Tacón designó dan nueve bailes en ocho noches de su octava, y las de sus vísperas, los que comenzaron el día 7. “…Para mayor satisfacción de los concurrentes, los fuegos artificiales se tirarán por un nuevo profesor de Pirotecnia, asomándose la fachada del edificio acorde a sus deseos. Las entradas serán gratis para las señoras, los caballeros abonarán 4 reales por papeletas entregadas en la puerta...”.

El juego trajo consigo tragedias: Entre 1871-1872 hubo hechos de sangre y tragos en el primer año; en tanto en el segundo, la venta de comestibles en bodegones y los bailes indecentes y provocativos, tanto de día como de noche, condujeron a que el Marqués de la Torre decretara el cierre de estos establecimientos a las 8 de la noche y se multaran los juegos del azar. Se impuso además la pena de muerte (eran los tiempos de la Guerra Grande, de lucha independentista) y 20 ducados.


La presencia del nuevo párroco Moisés Arrechea e Iturralde desde el 19 de noviembre de 1939, condujo a reparaciones en las casas de propiedad del santuario, construcción de un comedor en la Casa Rectoral, presencia de joyas, ornamentos preciosos, etc. Arrechea concibió y realizó la brillante idea de la Procesión Marítima, en la tarde del día ocho de septiembre, que conjuntamente con la Procesión tradicional del pueblo, el domingo siguiente a la fiesta, constituían un poderoso atractivo para miles de devotos de la virgen.

El culto a la virgen fue aumentando por años. A partir de 1939 Moisés Arrechea Iturralde, se hizo cargo de la parroquia. Panchita Cárdenas vivía al lado de la iglesia, y erigió un altar en su casa. Cárdenas fue una mujer inteligente, noble y cariñosa y su altar fue visitado día y noche por centenares de fieles Así atendía a la vez, la imagen de la parroquia y su vivienda, por eso el vulgo comenzó a llamarle Camarera, cargo que después ostentó Consuelo Fernández de Injaspi.

En 1946 la Virgen de Regla fue bajada a tierra, se renovó su patronato y se le colocó la llave simbólica. Fue una Procesión tradicional, en homenaje a la virgencita prieta, profundamente arraigada en el fervor del pueblo. Se le dio una vuelta por las calles que rodean al Palacio de la Presidencia, fue detenida frente a la Jefatura de la Policía Nacional y finalmente, llevada a la Catedral para actos religiosos. Dueña de las aguas, fue declarada Patrona de sus fiestas, por el Presbítero de Regla, Moisés Arrechea e Iturralde.

En esta Procesión, la santa estrenó un regio manto y vestidos traídos de Nueva York, ornamentos de plata, oro de 24 kilates y amatistas y, además, ramos de flores.

Pedro Piedrahita, experto en arte religioso y el joven Miguel E. Jaime trabajaron cinco meses en la tarea de vestir a la virgen.

Así llevando a la cabeza su propia corona y sentada en su fastuoso trono de plata, Nuestra Señora de Regla, recorrió la bahía, pisando tierra firme en la capital, con su poderío religioso en San Cristóbal de La Habana.

Ese año 1946, salieron además, como peculiaridad importante, los Cabildos de Pepa Herrera y de Susana Cantero, esta última fue una cienfueguera que residió en Regla muchos años, con muchos ahijados, que la adoraron y bendijeron.

En 1951, el Programa de las Fiestas se extendió desde el 29 de agosto, hasta el 16 de septiembre. Ese año la Procesión Marítima, por aguas del Puerto Habanero, tuvo como peculiaridad que la imagen de la Patrona de la Bahía fue conducida hasta los Muelles de Aguilera, ganando en esplendor.

En 1958 no hubo procesión, los creyentes se vieron imposibilitados de ver la imagen santa, pues no estaba en la localidad, de manera que los fieles llegaron solamente para solidarizarse con su ausencia combatiente.

¿Qué había sucedido con la imagen tanto tiempo adorada? El 5 de septiembre había sido secuestrada por el Movimiento 26 de Julio y trasladada consecutivamente, a Marianao, al Víbora Park, a Guanabacoa y el día 12 a los hornos de Cojimar.

 

Regla y su santa patrona


 (Habana Noticiario - Canal Habana-CHTV)

 

Las reformas introducidas por el padre Varela

Comenzando 1952,  ya con la presencia del párroco Ángel Pérez Varela, se acometieron una serie de nuevas e importantes como: la renovación parcial del techo, la remodelación de las paredes interiores y exteriores, en vez de los altares laterales se introdujeron nichos para las sagradas imágenes, cuarenta bancos nuevos y un órgano eléctrico de nuevo tipo; la adquisición de nuevas imágenes y pintura y decoración de las antiguas, reparación total de la Capilla del santísimo, se restauraron los muebles de la sacristía, ornamentos y vasos sagrados, además fueron restaurados los manteles del altar y las sotanas de los acólitos.

El santuario recibió 62 peregrinaciones en 1953 y el 11 de septiembre de 1955, llegó la aprobación por el Vaticano para la coronación de Nuestra Señora de Regla. Lograr la coronación no fue cosa fácil, ya que la iglesia reserva este honor tan sólo para las imágenes del Señor o la Santísima Virgen célebres por antiguas, por poseer un gran número de fieles devotos y gracias concedidas, cosas estas que cumplía cabalmente Nuestra Señora de Regla.

El 24 de febrero del propio 1956, fue conducida la Patrona de la Bahía de La Habana, desde Regla hasta la Catedral. Se organizó la Procesión por la calle de O’Reilly hasta el templo máximo habanero. La Ronda Municipal de La Habana y el Alcalde capitalino siguieron la Procesión hasta su destino.

Entre las sirenas de los barcos en el puerto, el repique de las campanas de Casablanca y Regla, y las ensordecedoras sirenas de los numerosos botes y yates pequeños que acompañaban a la Virgen, cerca del Muelle de Caballería, se veía la multitud agolpada cerca del mar, en espera de la imagen.

A las cinco de la tarde, la imagen fue llevada hasta la carroza que habría de conducirla al santuario en orden magnífico y el Alcalde Municipal, que asistió a todos los actos, declaró tres días festivos en el municipio Regla. Al llegar al pueblo ultramarino, cerca ya de las diez y treinta de la noche, el pueblo tributó a la imagen gran reverencia con exclamaciones de “¡Viva la Virgen!”, “¡Viva la Reina coronada!”.

La capilla se terminó en julio de 1955 y el 12 de septiembre, en el mismo local, comenzó a funcionar la Escuela Parroquial “Cardenal Arteaga”.

El 24 de febrero de 1957, al cumplirse un año de la Coronación canónica de la virgen reglana, la Junta Parroquial dio títulos de congregados de honor a diversas personas distinguidas por su labor católica. El 24 de febrero de 1957, el párroco Pérez Varela fue titulado por sus feligreses como Hijo Adoptivo de Regla, previo acuerdo con el alcalde Zacarías Acosta.

El 24 de febrero de 1961, se conmemoró la coronación mediante la bendición de la Pila Bautismal, que se conserva en el Museo Parroquial y el 11 de agosto de 1965, el Santuario de Regla fue declarado Monumento Nacional, por su antigüedad y condiciones, ya que se trata de un edificio de más de cincuenta años, no habiendo sido alterado en su estructura esencial.

 

 

Fuente: Lic. Reinaldo Figueroa Cruz/ Consejo Nacional de Casas de Cultura/Ministerio de Cultura

 

Bibliografía:

Gómez Luaces, Eduardo. “Historia de Nuestra Señora de Regla: Sus fiestas, Los Cabildos”. La Habana, 1945.

González Xiomara y Rodríguez, Roberto. “La casa de todos. Los muchachos de Regla”. Editora Abril, 1986.

“La Religión. Estudios de Investigaciones sobre la temática religiosa”. Centros de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas. Editora Política. 1993

Pérez Varela, Ángel. “Historia del Santuario de la Virgen de Regla”. La Habana, 1967.

Vivanco, Idelfonso. Iglesia o Santuario de Nuestra Señora de Regla en: “Paseo pintoresco en la isla de Cuba”. Imprenta Soler y Compañía. La Habana, 1841. Oficina del Historiador de La Habana.

 

Otras fuentes:

Revista “Bohemia”, La Habana, 8 de septiembre, 1944.

Revista “Bohemia”, La Habana, 1° de octubre, 1944.

Revista “Carteles”, La Habana, 1 de octubre, 1946.

Cuba Católica”, Regla, 8 de septiembre, 1951.

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