16 DE NOVIEMBRE: ANIVERSARIO DE LA HABANA

Cada 16 de noviembre, La Habana, capital de Cuba, celebra el aniversario de su fundación. Hecho trascendente no solo para Cuba, sino para Hispanoamérica toda.

Ese día del año 1519, bajo la sombra del árbol de la ceiba –en el lugar donde ahora está El Templete, en la cuadra siguiente a la Plaza de Armas (La Habana Vieja)- tras oficiar la misa y constituir el Cabildo, se fundó la ciudad de La Habana, que se sumó a otras seis villas creadas por Diego Velázquez de Cuéllar.



Con el devenir de los siglos La Habana se fue transformando en un crisol de razas. A los taínos nativos, se fueron sumando los españoles de distinta procedencia – canarios, gallegos, asturianos, catalanes…-,  negros para las plantaciones de caña de azúcar y también chinos traídos desde Macao, Hong Kong y Formosa (Taiwan).

Pasear por el entramado de calles de esta ciudad caribeña es hacerlo por entre palacetes espléndidos y otros con menor grado de conservación, cafés, tradicionales bares, casas de comidas criollas, librerías, anticuarios y vendedores… algarabía de gentes, luces, color … y música. Sí, también la música, el popular son cubano y el contagioso ritmo de sus gentes están presentes en la ciudad

 

PRIMERA ÉPOCA

El 16 de noviembre de 1519 el expedicionario castellano Diego Velázquez de Cuellar fundó la ciudad de La Habana, actual capital de Cuba, en su situación geográfica actual.

Diego Velázquez de Cuéllar (nacido en Cuéllar, Segovia, en 1465) fue adelantado, conquistador y primer gobernante de Cuba, cargo que ocupó desde 1511 hasta su muerte en 1524.

Velázquez de Cuéllar formó parte del segundo viaje de Cristóbal Colón en 1493. Corriendo el año de 1511, el entonces gobernador Diego Colón (1509–1515) le puso al frente de una expedición para conquistar y poblar Cuba. primero como capitán y más tarde como primer gobernador de la isla. En recompensa a sus servicios, obtuvo del rey el título de Adelantado de la isla.

A Velázquez de Cuéllar se debe la fundación de las siete primeras ciudades españolas de Cuba, siendo considerado como el primer hispano-cubano de la historia. Falleció en Santiago de Cuba, en 1524).

La Habana fue fundada originariamente en la primavera de 1514, cuando los colonizadores españoles establecieran inicialmente el poblado de San Cristóbal de La Habana en la costa sur, posiblemente en la zona costera de la ensenada de la Broa en el Golfo de Batabanó (mar Caribe); en el área del actual municipio de Melena del Sur (ahora provincia de Mayabeque).

Las ventajas que ofrecía la bahía de la costa norte hicieron aconsejable trasladarla hacia allí, siendo mudada en dos ocasiones, para finalmente ser emplazada en su actual ubicación.

La tradición reconoce como fecha de fundación por parte de Diego Velázquez de Cuéllar la del 16 de noviembre de 1519 cuando, se estableciera su tercer y definitivo asentamiento, que es el actual.

Su denominación –San Cristóbal de La Habana- fusiona el nombre del santo escogido como patrono (San Cristóbal) y la denominación que desde el principio se diera a la población: Habana, cuya hipótesis más aceptada sobre su origen es la que lo deriva del nombre de un cacique taíno, Habaguanex [Abaguanéks], que era el caudillo de la zona del asentamiento. 

El Templete, un templo grecorromano de pequeñas dimensiones construido en 1828, señala el lugar donde según la tradición fuera celebrada la primera misa y el primer cabildo de San Cristóbal de La Habana.

La construcción se llevó a cabo por el coronel ingeniero Antonio María de la Torre y Cárdenas, que prestara servicios en la secretaría política y militar de la isla, hombre de vasta cultura, habanero de origen, con amor por su ciudad. Tuvo apoyo del entonces capitán general y gobernador Francisco Dionisio Vives y del obispo de La Habana, Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa.

Actualmente, el Templete está situado en la calle Baratillo e/ Alejandro O'Reilly y Manuel Enna, en la cuadra que sigue a la Plaza de Armas, entre ésta y el Malecón, en el sitio que fuera en tiempos de la colonia el centro de la vida oficial y pública de La Habana. 

La de Enna es, tanto en ancho como en largo, la calle más pequeña de La Habana Vieja.

Inaugurado solemnemente el 19 de marzo de 1828, el Temoplete ésta situado en el Centro Histórico de La Habana Vieja, y fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1982.

Allí se celebró la primera misa en La Habana, debajo de una ceiba, como la que actualmente existe frente al edificio.

El interior está decorado con tres murales del pintor francés Jean Baptiste Vermay de Beaume hispanizado como Juan Bautista Vermay (Tournay, Francia, 15 de octubre de 1786 –La Habana, 30 de marzo de 1833), fundador de la Academia de Pintura y Dibujo de San Alejandro de La Habana, que dirigiera entre 1818 y 1833.

A partir de la creación del asentamiento en el área contigua a la Bahía de La Habana, se convirtió en la base de mayor importancia de las operaciones mercantes para las expediciones que partían hacia el continente americano. 

El auge del tráfico marítimo y las condiciones de abrigo que ofrecía la bahía, contribuyeron a transformar a la capital de la Mayor de las Antillas, con el paso de los años, en una de las ciudades más importantes entre las posesiones españolas en América.



En algunos mapas y escritos contemporáneos a la fundación, vale decir, en época de la conquista, aparece mencionado un puerto militar estratégico para la Corona Española denominado de Carenas. Se lo vincula con la bahía de La Habana que, de hecho, por su posición, seguridad y escondida entrada, podría pasar inadvertida para quien no la conociera atentamente.

Fue, a lo largo de varios siglos, el puerto de mayor importancia en el Caribe, por el que se exportaban los productos de América: oro y plata, lana de alpaca de los Andes, esmeraldas de Colombia, caobas de Cuba y Guatemala, cueros de la Guajira, especias, palo de tinte de Campeche, maíz, patatas, mandioca, cacao, que eran entonces las principales materias primas que llegaban a La Habana entre marzo y agosto llevadas por las naves desde el continente a la Isla Grande del Caribe, reuniéndose en el puerto español más protegido en América, entre marzo y agosto. Allí se formaban los grandes convoyes de embarcaciones que, cargadas y bajo custodia de naves armadas de la Armada Española partían para cruzar el Atlántico llevando las riquezas americanas hacia puertos peninsulares de España.

En éstos barcos también llegaron a América –y en algunos casos volvieron nuevamente a la Península- miles de marinos, funcionarios, colonos, comerciantes y aventureros.

Así, el asentamiento original fue creciendo vertiginosamente, desde el puerto hacia el interior, a ritmo vertiginoso.

Por su calidad de concentradora de las riquezas de América, La Habana fue como un imán para atraer a los saqueadores. Sufrió numerosas incursiones de potencias enemigas y corsarios.

El primer hecho de gravedad ocurrió el 10 de julio 1555, cuando el pirata Jacques de Sores (Jacques Sourie), un protestante, hugonote de Normandía, apodado “L’Ange Exterminateur” (“El Ángel Exterminador”), al frente de su banda de piratas hugonotes (como él, odiadores de los católicos), tras una seguidilla de ataques y saqueos a Santa Cruz de La Palma (Canarias), puso proa posteriormente hacia el mar Caribe, yendo a atacar las aldeas españolas allí establecidas: Santo Domingo, Azua, La Yaguana, Monte Cristi y Port-au-Prince; cayendo en 1554 sobre Santiago de Cuba y en 1555 sobre la isla Margarita y, finalmente, el 10 de julio de 1555, atacó la villa de La Habana.

Tras sitiar a los defensores de la primitiva fortaleza y vencer su resistencia, habiendo huido el gobernador hacia el vecino emplazamiento de Guanabacoa, tomó la población, instalándose en ella hasta el 5 de agosto cuando, irritado por el miserable rescate que obtuviera, robó cuanto pudo y quemó la ciudad. La tradición doce que prendió una hoguera con las actas capitulares y otros documentos existentes. Lo cierto es que no hay un solo documento ni referencia escrita sobre los primeros años de La Habana, contándose únicamente con actas capitulares labradas a partir de 1556.

La Habana cayó en varias ocasiones y resurgió de todas ellas, desde los escombros y cenizas a que quedaba reducida cuando era atacada por piratas y corsarios franceses durante la primera mitad del siglo XVI.

Fue en 1561 cuando la Corona española dispuso formalmente que La Habana fuera el punto de concentración de las naves españolas procedentes de las colonias americanas antes de partir para la travesía del océano. Por ello, se construyeron defensas militares a la entrada de la bahía de La Habana y en otros sitios estratégicos: los castillos de la Real Fuerza, el de los Tres Santos Reyes del Morro y el de San Salvador de la Punta, haciendo de la ciudad la mejor defendida del Nuevo Mundo.

El 20 de diciembre de 1592 La Habana fue designada como ciudad por el rey Felipe II: 

“Por cuanto teniendo consideración a lo que los vecinos y moradores de la villa de San Cristóbal de La Habana, me han servido en su defensa y resistencia contra los enemigos, y a que la dicha villa es de las principales de la isla y donde residen mi Gobernador y Oficiales de mi Real Hacienda, deseo que se ennoblezca y aumente: por la presente quiero y es mi voluntad que ahora, y de aquí en adelante para siempre jamás la villa sea y se intitule la ciudad de San Cristóbal de La Habana, de la dicha isla de Cuba…”.

El 8 de octubre de 1607, por Real Cédula, la ciudad fue reconocida como capital oficial de la colonia, con la representación de la Corona en la persona del gobernador.

En 1649 una peste llegada desde Cartagena de Indias (Colombia), extermina a una tercera parte de la población habanera.

 

 

EDIFICIOS DE LA PRIMERA ÉPOCA

En ésta época se construyeron importantes edificios civiles y religiosos: 

El convento de San Agustín, construido por los primeros padres de la orden mendicante Agustina, llegados desde Nueva España (México), fueron quienes establecieron la iglesia y convento (1628), modestamente en su origen, ampliándose sobre los terrenos de la manzana delimitada por las calles Amargura, Cuba, Teniente Rey y Aguiar. Hacia 1842 desapareció la orden Agustina y el inmueble fue ocupado hacia 1844 por la Tercera Orden de San Francisco de Asís, que lo remodeló y amplió, dándole la fisonomía que ahora presenta. El inmueble se dividió: la iglesia aún está a cargo de la Orden Franciscana; una parte del convento pertenece a la Academia de Ciencias de Cuba, con el museo Carlos J. Finlay y otra parte la ocupa la Casa de la Cultura Julián del Casal del municipio La Habana Vieja, que también ocupa los espacios en el área donde se encontraban el Atrio y la Capilla de los Terceros Agustinos.

Entre 1630 y 1640 finalizó la construcción del castillo de El Morro (Castillo de los Tres Reyes del Morro) en la punta Norte del Canal de Entrada a al puerto de la Bahía de La Habana, que junto con el Faro que le acompaña, constituye la imagen emblemática de la ciudad y de Cuba. Forma parte del primer sistema defensivo con que contó La Habana junto con el Castillo de la Real Fuerza y el Castillo de San Salvador de la Punta.

La ermita del Humilladero, construida en 1640, cuando se hiciera la Plaza hoy llamada del Cristo (hoy integrada en la manzana de las calles Villegas, Teniente Rey, Bernaza y Lamparilla). En el sitio, que ocuparan por un tiempo los negros horros que allí celebraran sus ritos en unos bohíos de este paraje contraviniendo las ordenanzas del gobernador, se construyó la ermita dedicada a Nuestra Señora del Buen Viaje, sustituyendo la que se hiciera en el siglo XVI en el barrio de Campeche. Tuvo gran nivel de popularidad entre los marinos y viajeros de las flotas y armadas que hacían las travesías desde España y las Indias quienes iban ante la imagen a agradecer antes o después de enfrentarse a los peligros de la navegación. Es hoy la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje.

El Fuerte de Santa Dorotea de la Luna de la Chorrera fue una fortaleza militar española inaugurada en 1646, integrante del sistema defensivo de la ciudad de La Habana, cuya función fue proteger la desembocadura del río Almendares. Está situada cerca del Jardín Japonés.

El Torreón de Cojímar (o Fortín de Cojímar) es parte del sistema de fortificaciones de La Habana. Fue fundado el 15 de julio de 1649 para proteger el área del litoral en la zona de Cojímar, donde las aguas del río Cojímar llegan al mar; situado cerca del Parque y Busto José Martí y la estatua que recuerda a Ernest Hemingway. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO,

La iglesia del Santo Ángel Custodio, en la calle Compostela, entre Cuarteles y Chacón, próxima a la Avenida Bélgica, fue construida en 1695, alcanzando la categoría de iglesia en 1788. Fuertemente golpeada por un huracán en 1846, resultó seriamente dañada, siendo reformada en su estilo neogótico actual, que nada tiene que ver con el original.

El hospital de San Lázaro es el antiguo centro sanitario destinado al tratamiento de la lepra. Su origen se remonta al siglo XVII, cuando sirvieron de sede algunos bohíos construidos en la Caleta de Juan Guillén -luego conocida como Caleta de San Lázaro-, en la zona extramuros de la ciudad. Posteriormente, por real cédula de 19 de junio de 1714, el rey Felipe V, ordenó la fundación oficial del Real Hospital de San Lázaro. En el año 1781 se terminó de construir el leprosorio en la Caleta de Juan Guillén, que contaba de dos plantas, con un frente monumental que sirviera de fachada a una iglesia ubicada al centro de la edificación. Actualmente es el Hospital Especializado Dermatológico Guillermo Fernández Hernández-Baquero, situado en el poblado de Rincón, municipio Boyeros, provincia de La Habana.

El monasterio de Santa Teresa. Finalizaba el siglo XVII cuando Carlos II, después de consultar a la Audiencia Real de Santo Domingo, en la Isla Española, el 2 de agosto de 1698 autorizó a establecer en La Habana el convento de Carmelitas. La real cédula se expidió en Madrid, el 14 de marzo de 1700 y el 20 de octubre de ese año la mandó cumplir D. Diego de Córdoba Laso de la Vega, gobernador y capitán general de Cuba, electo entonces de las Provincias de Tierra Firme y presidente de la Real Audiencia de Panamá. El obispo dio licencia para levantar el convento el 22 de mayo de 1701. Con todas las ampliaciones, mejoras y obras que le dieran su actual imagen, el Monasterio de Santa Teresa y San José, de las Carmelitas Descalzas, puede verse en la Calle 13 entre 20 y 22, en la habanera zona de El Vedado, a unas cuatro cuadras del río Almendares.

El convento de San Felipe Neri. El Oratorio San Felipe Neri se levantó a fines de 1693 en la esquina de las calles actuales de la Obrapía y Aguiar, a expensas del Lic. don Francisco de Sotolongo cura beneficiado de las parroquiales de esta ciudad, en unos terrenos donde existían unas viviendas que había heredado de sus padres. La iglesia y convento de San Felipe Neri estuvo ocupada por los padres oratorianos hasta la toma de La Habana por los ingleses en 1762 En 1887, la Congregación de los Padres Carmelitas Descalzos se hizo cargo de la iglesia y el convento. En 1924, los Carmelitas vendieron la iglesia al Banco del Comercio S.A. por la suma de $ 268 000 y se trasladaron a la nueva parroquia de Nuestra Señora del Carmen, ubicada en la calle Infanta esquina Neptuno. El edificio fue readecuado para uso bancario. En 1952, el Banco de Comercio se fusionó con The Trust Company of Cuba, quedando entonces como sucursal bancaria. Al nacionalizarse la banca por el gobierno revolucionario cubano, el edificio correspondiente a la Iglesia albergó una sucursal del Banco Nacional y la Casa de Acuñación de la Moneda de Cuba, hasta finales de la década del ochenta. A partir del año 2003 el Oratorio de San Felipe Neri abrió sus puertas como sala de concierto del arte lírico luego de haber sido rehabilitado arquitectónicamente por la Oficina del Historiador de la Ciudad.

La Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo fue fundada el 5 de enero de 1728 por los frailes dominicos y establecida en el convento de San Juan de Letrán, construido entre los siglos XV y XVI.

Es la universidad más antigua de Cuba y una de las primeras de América. Está adscripta al Ministerio de Educación Superior (MES). Fue declarada Monumento Nacional por Resolución 03 el 10 de octubre de 1978. Se encuentra situada en la calle L en la intersección con San Lázaro, entre 27 de Noviembre y Ronda.

 










 

SIGLO XVIII

Para mediados del siglo XVIII, La Habana contaba ya más de 70 000 habitantes.

Al alba del 6 de junio de 1762, se avistó una impresionante armada británica, con más de 50 navíos (que llevaba unos 14.000 hombres).

En las acciones para tomar la ciudad, los ingleses atacaron y lograron vencer la resistencia del Castillo del Morro, defendido por una decidida guarnición al frente del capitán de navío Luis Vicente Velasco de Isla y el Marques Vicente Gómez. La Habana cayó tras de dos meses de sitio.

Al tomar posesión de la ciudad, los ingleses también capturaron la flota española que había quedado encerrada en la bahía de La Habana, integrada por nueve barcos artillados en la línea de 74 y 64 cañones; además de 25 barcos mercantes cargados con todo tipo de mercaderías y tres millones de pesos pertenecientes a la Compañía Real y grandes cantidades de provisiones almacenadas en la ciudad. Sir Georges Keppel (5 abr 1724-13 oct 1772), tercer Conde de Albemarle y tercer Barón de Ashford, quien la gobernó durante once meses, intensificando el comercio (siempre objetivo principal británico), sin lograr vencer el sentimiento nacionalista de los Habaneros que no dejaron de ver a los británicos como invasores. Manteniéndose así hasta mediados de 1763, fecha en la que como consecuencia de las negociaciones desarrolladas entre España y Gran Bretaña, los británicos devolvieron La Habana a los españoles, recibiendo a cambio la península de la Florida.

Perdido el monopolio del comercio por España, La Habana comenzó a evolucionar económicamente y en 1818 era puerto libre.

Las tiendas ofrecían el último grito de la moda, los teatros recibían a los mejores actores del momento, la burguesía enriquecida hacia construir esplendidas mansiones con columnas, se la identificaba como París de las Antillas.

El primer censo oficial de Cuba, realizado por la administración española en 1774, informó que contaba con 171.670 habitantes, siendo esclavos 44.333 de ellos.

El 15 de enero de 1796 arribaron a La Habana los restos de Cristóbal Colón procedentes de Santo Domingo (actual capital de la República Dominicana).

 

 

EL FERROCARRIL

El 10 de noviembre de 1837 fue inaugurado el primer tramo de ferrocarril entre La Habana y Bejucal (Camino de Hierro Habana-Güines, de la Compañía de Caminos de Hierro de La Habana), con 51 kilómetros de extensión, con el objetivo de transportar las mercancías de la rica región agrícola de Güines hacia el puerto de La Habana.



Fue la primera línea férrea construida en territorio español, la primera de Cuba e Iberoamérica, la segunda de América y la cuarta en el mundo. Construida y habilitada casi once años que la primera línea ferroviaria de la España peninsular, la de Barcelona-Mataró (que corre prácticamente paralela a la línea costera del Mediterráneo), inaugurada el 28 de octubre de 1848, línea que contribuyera a facilitar el crecimiento y la prosperidad del Maresme. Miguel Biada, catalán oriundo de Mataró, fue el más entusiasta impulsor y creador de ésta línea; estuvo presente en La Habana el 19 de noviembre de 1837, cuando se inaugurara el ferrocarril en Cuba, ocasión en la que, entusiasmado, dijera al entonces Gobernador de la Isla, el general cartagenero Miguel Tacón y Rosique, primer marqués de Unión de Cuba, después elevado a ducado, “Cuando vuelva a mi país, antes de un año habré unido Barcelona con mi pueblo”.

 

SIGLO XIX. DESARROLLO

La Habana siguió creciendo en el siglo XIX. El desarrollo cultural tomó impulso, con importantes salas como el Teatro Tacón, uno de los más lujosos del mundo; el Liceo Artístico y Literario y el teatro Coliseo.

En 1835 La Habana recibió la visita encubierta del célebre militar y político italiano Giuseppe Garibaldi (1807-1822) quién bajo la falsa personalidad de Giuseppe Pani se movilizara durante su estancia en Cuba, donde mantuvo contactos con su camarada de armas Antonio Meucci (1808-1889), quien viviera durante 15 años en La Habana e interesara a Garibaldi para participar en la organización de una expedición libertadora que partiría desde la costa Este de los EE.UU.

Comenzaron a sucederse las conspiraciones de patriotas independentistas, con las consecuentes acciones represivas por parte de las fuerzas coloniales españolas,

A mediados del siglo XIX el impulso de las industrias del azúcar y del tabaco, además del desarrollo ferroviario, elevaron el nivel económico, haciendo de Cuba un país rico, sobre todo en la década 1860/1870, aunque con un fuerte contraste entre la minoría del sector de los terratenientes, industriales y empresarios y la mayoría del pueblo y los esclavos.

El movimiento independentista propuso, desde el principio, la abolición de la esclavitud.


Carlos Manuel de Céspedes (Carlos Manuel Perfecto del Carmen de Céspedes y López del Castillo, “Padre de la Patria”, 1819-1874), quien iniciara la primera gran guerra libertaria el 10 de octubre de 1868, también emancipó a la dotación que le servía en su ingenio La Demajagua la misma madrugada de la memorable fecha.

El 27 de diciembre de 1868, Carlos Manuel de Céspedes, afirmó en Bayamo que “La revolución de Cuba, al proclamar la independencia de la patria, ha proclamado con ella todas las libertades, y mal podría aceptar la grande inconsecuencia de limitar aquellas a una parte de la población del país. Cuba libre es incompatible con Cuba esclavista y la abolición de las Instituciones debe comprender y comprende por necesidad y por razón de la más alta justicia la de la esclavitud como la más inicua de todas.”

El 26 de febrero de 1869, la Asamblea de Representantes del Centro, constituida en Sibanicú, Camagüey, por los insurrectos en esta región, que integraba el célebre patriota originario de Camagüey Ignacio Agramonte y Loinaz, “El Mayor” (1841-1873), dispuso la abolición total de la esclavitud. Años más tarde el abogado y periodista habanero Manuel Antonio Sanguily Garrite (1848-1925), también combatiente en la Guerra de los Diez Años, calificaría este decreto dado en Sibanicú como “la más decisiva conquista de aquella década olímpica.”

La disposición de los libertadores de terminar para siempre con la abominable esclavitud en Cuba fue reafirmada el 10 de abril de 1869, cuando se proclamara en la población de Guáimaro (en el Oriente de Camagüey) la primera Constitución política de la Isla de Cuba durante la Guerra de la Independencia, que taxativamente dispone en su artículo 24 “Todos los habitantes de la República son enteramente libres.”

No obstante, la esclavitud seguía plenamente vigente bajo el dominio español.

En noviembre de 1879 fue presentado ante las Cortes en España un proyecto de abolición de la esclavitud. Dicho Proyecto fue aprobado por el Senado a finales de 1879, ratificándolo el Congreso el 21 de enero de 1880. El 13 de febrero de 1880, la Ley del Patronato fue sancionada por el Rey Alfonso XII, siendo publicada en la Gaceta de Madrid cinco días después.

Entre sus principales disposiciones incluía un patronato de ocho años, seguido de la obligación de contratarse otros cuatro años más en la transición al trabajo libre. Debía hacerse finalmente efectiva en 1888, tras ocho años de transición del patronato al trabajo libre. Sin embargo, las presiones internacionales, especialmente tras el fracaso español en la Conferencia internacional de Berlín de 1885 en las que las potenciales internacionales se repartieron África, forzó al ministro de Ultramar, Germán Gamazo a decretar con dos años de antelación la liberación total de los esclavos en la isla de Cuba. Así, el 7 de octubre de 1886 quedaron en libertad los últimos 25.000 esclavos africanos o hijos de africanos de los territorios españoles de ultramar. Más limpio fue el sentir de los precursores y soldados por la independencia de la Patria, quienes no dudaron un segundo en llevar a la práctica una decisión de tanto arraigo en la sociedad colonial.

Vigente aún la esclavitud durante la administración española, La Habana reflejaba riqueza y prosperidad. En 1863 se derribaron las murallas para abrir paso a la ampliación urbana, con nuevos y esplendidos edificios.

Hacia fines del siglo XIX, las clases privilegiadas comenzaron a trasladarse al elegante barrio del Vedado, en el que se construyeran magníficas quintas y palacetes.

Con el fin del siglo XIX llega a Cuba el fin de la sujeción a la Corona de España y a la extinción de la colonización española en América.

Con las últimas operaciones de las dos guerras de independencia desarrolladas por los patriotas cubanos, el hundimiento del acorazado estadounidense USS “Maine” el 15 de febrero de 1898 en la bahía de La Habana sirvió como antecedente a los Estados Unidos para la invasión de la Isla e impedir su independencia, aunque no fue utilizado por la administración de William McKinley como casus belli, ya que el hecho no provocó la inmediata declaración de guerra a España; aunque si creó las condiciones para impedir una solución pacífica. La guerra hispano-estadounidense comenzó en abril de 1898, dos meses después del hundimiento.

 

 

SIGLO XX

Terminaba el siglo XIX y el comenzaba el XX, recibido en La Habana y en toda Cuba bajo la ocupación militar y administrativa estadounidense, iniciada oficialmente el 1 de enero de 1899, por aplicación de lo estipulado en el Tratado de París, firmado entre España y Estados Unidos el 10 de diciembre de 1898.

Durante la etapa de ocupación se dictó la Constitución de la República de Cuba, discutiéndose la denominada Enmienda Platt, que menguaba la soberanía de Cuba y finalmente fue impuesta por el gobierno estadounidense a la Carta Magna cubana, bajo amenaza que si no se aceptaba, Cuba seguiría ocupada militarmente.

Se procedió entonces a celebrar elecciones generales y en su consecuencia, el 20 de mayo de 1902 se produjo el cambio de poder. El presidente electo, Tomás Estrada Palma, pronunció el juramento de rigor ante el Tribunal Supremo e inmediatamente el general Leonard Wood –gobernador estadounidense de Cuba, embarcó hacia su país, concluyendo la primera ocupación militar de la Isla por Estados Unidos, estableciéndose una república limitada en el ejercicio de sus derechos como nación independiente y soberana.






Bajo la influencia económica y de “negocios” estadounidense, en La Habana se construyeron varios importantes edificios, sobre todo en los años ’30: hoteles de lujo, casinos y clubes nocturnos suntuosos, a la vez que crecían los barrios bajos de la periferia. También empiezan a instalarse los “hombres de negocios” estadounidenses: Santos Traficante, Meyer Lanski y Lucky Luciano, dándole a La Habana el marco de capital del juego, la prostitución y la corrupción.

Derrocado Fulgencio Batista Zaldívar, abandonó el país el 1 de enero de 1959, intentándose una maniobra de última hora, con el visto bueno de la embajada norteamericana, por la que general Eulogio Cantillo intentaría crear una junta cívico-militar, sin éxito.

Ese mismo 1 de enero se proclamó el triunfo revolucionario. El nuevo presidente del país, Manuel Urrutia, que asumiera tras la renuncia de Batista, designó al liberal José Miró Cardona como primer ministro el 5 de enero de 1959, al frente de un Gobierno de transición, de corte moderado y composición heterogénea, que aspiraba a agrupar a los distintos grupos políticos del país (con presencia de ministros del Movimiento 26 de Julio).

Estados Unidos reconoció este Gobierno dos días después y Fidel Castro entró triunfalmente a La Habana, con sus fuerzas, el 8 de enero; siendo nombrado por Urrutia Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas.

Comenzó una etapa de grandes transformaciones sociales, principalmente en lo referente a la educación, la sanidad pública, los servicios, la construcción de viviendas sociales y edificios oficiales.

En materia edilicia, el cambio se reflejó en las construcciones posteriores a 1959. Entre otros, el Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras, emblemático centro médico líder de la medicina pública, situado en las calles San Lázaro y Belascoaín (Padre Varela), a la altura del Parque Maceo, frente al Malecón.

También la Escuela Nacional de Arte (ENA), conocida como Ciudad de las Artes, que se desarrolló en el amplio espacio de Cubanacán, en el viejo y exclusivo que fuera Country Club de La Habana, en el municipio Playa, al oeste de la ciudad, con cinco escuelas que desarrollan las especialidades Ballet, Música, Arte Dramático y Artes Plásticas y Danza Moderna y Folclórica y el Hotel Meliá Cohiba, en Avenida Paseo entre 1ra. y 3, frente a la Plaza de la Juventud, a pocos metros del Malecón.

El centro histórico de La Habana fue declarado monumento nacional por el Gobierno Cubano en 1976 y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982. Se realizan en este núcleo ciudadano grandes obras de restauración, con la participación de un equipo de historiadores y arquitectos dirigidos por la Oficina del Historiador de La Habana, que encabezara el gran maestro don Eusebio Leal Spengler (1942-2020), encargado de los trabajos de renovación que, acorde con su función, tiene su sede en la que fuera el Palacio del Conde de Casa Lombillo (1741) situado en la Plaza de la Catedral, al lado de la Catedral de la Virgen María de la Concepción Inmaculada de La Habana.

Otras antiguas construcciones, en las que existieran almacenes y oficinas de aduana, con remodelada infraestructura cumplen hoy diversas funciones culturales.

El Plan Especial de Desarrollo Integral (PEDI) 2030 es un instrumento de planificación de nuevo tipo que incluye herramientas para el ordenamiento territorial y urbano y el desarrollo integral del Centro Histórico de la ciudad.

 

MÁS IMÁGENES 
















 

EN LA HABANA, EL SON

El Son es un género vocal e instrumental, bailable, oriundo de la Isla Grande, que constituye una de las formas esenciales dentro de la música cubana. Fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación, por resolución firmada el 4 de septiembre de 2012, leída en el Teatro Heredia de la Ciudad Héroe de Santiago de Cuba, durante la gala inaugural del Festival Matamoroson, el 5 de septiembre de ese año

En la interpretación del Septeto Nacional de Cuba, escuchamos el tema “La Habana tiene su son”; que bailan a su ritmo, la pareja integrada por Silvia y Raimond (Silvia Canals y Raimond Lahera Pérez).

(E.F.Widmann/IberInfo-Buenos Aires)

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